Dajabón no es solo mercado binacional y producción de bienes consumibles. Es también lugar en el que un grupo de personas confía ciegamente en la posibilidad de convertir al turismo en una actividad rentable. Dajabón tiene naturaleza y tiene historia. Le falta, y no es poco, una mejor organización y un mucho mayor apoyo.
Pero este grupo hace lo suyo. Tras un tiempo de contactos y discusiones, en abril del 2014, y en el marco del proyecto Década de la cooperación japonesa, dejará conformado el Clúster Turístico de Dajabón que, desde entonces, no descansa en la formulación de estrategias de desarrollo del sector.
Prueba al canto: apenas un año después de su fundación, el clúster logró, a través del Consejo Nacional de Competitividad, que el Banco Interamericano de Desarrollo financiara el Plan Estratégico de Desarrollo Provincial del Turismo. Un proyecto que no excluye actores: en él participan no solo los propietarios de los 32 hoteles del municipio, sino también los artesanos, los artistas plásticos, los productores vinculados a la Agencia de Desarrollo Económico y Territorial de Dajabón (Adetda), de la cual el clúster forma parte.
“Nosotros tenemos más hoteles que todas las provincias de la región sumadas”, afirma Carmen Rodríguez, presidenta del clúster y ella misma hotelera, para significar la plausibilidad del proyecto.
Un hecho principal explica lo que Rodríguez viene de decir: el mercado binacional, que funciona los lunes y los viernes, dinamo de una cadena que va dando a cada cual lo suyo. “¿Cuál es nuestra intención? Incrementar esas visitas. Lograr que no solo los comerciantes se interesen por nosotros, sino también quienes buscan diversión. Aquí no van a encontrar playas, pero sí historia y, además, dos culturas en un solo pueblo. Pueden ver la relación que se da entre dominicanos y haitianos mediante la comercialización, la empatía, la socialización, que no es como a veces se pinta”, plantea Rodríguez.
Ya hay atisbos de este turista que quiere conocer personas y no solo paisajes. Es cada vez más frecuente la llegada de grupos a través de organizaciones civiles y de universidades norteamericanas y europeas, para socializar e integrarse, no solo por curiosidad. Gente que se acerca al entramado social porque, dice Nancy Betances, miembro del clúster, “aquí en cada lugar, en cada campo, hay una o dos organizaciones”, que se encargan de recibirla.
Entre los trabajos avanzados está la definición de seis rutas turísticas: del café, del cacao, de la montaña, de las cuevas indígenas, de gastronomía y de historia. Montañas, ríos, los menos conocidos, pero también atractivos, mercados de Tirolí y El Corozo, la plaza indígena de Chacuey, Capotillo y su impresionante monumento a la gesta de la Restauración... Y una biodiversidad única en las Antillas que, bien promocionada, seguramente estimule la investigación científica, acota Edgar Rojas, un experto panameño llegado a Dajabón a través de la cooperación internacional, que se dejó robar voluntario el corazón, y se ha quedado en la ciudad arrimando el hombro a todo lo que pueda.
“La frontera no ese está acabando”, apunta Betances cuando retoma la palabra. “Nosotros convivimos tranquilos con los haitianos, nos ayudamos mutuamente. En el área del turismo también estamos en eso. He dicho antes que nuestra provincia es un privilegio: estamos cerca de Haití, de Cuba y de Florida. Eso debería ser suficiente para que los inversionistas piensen en la frontera. Y debería también motivar a los dominicanos a venir para conocer nuestra realidad. Nosotros no estamos al final, sino al principio: aquí comienza la Patria”.
Dajabón, y Rodríguez pone énfasis en ello, es un pueblo “muy luchador, muy trabajador”. Gente “positiva que quiere seguir progresando, innovando, creciendo”. Por eso no han cejado hasta alcanzar ser parte del circuito ampliado de desarrollo turístico que, partiendo de Puerto Plata, abarca a Monte Cristi, Santiago Rodríguez, Valverde y el propio Dajabón.
Lejos está el clúster de pretender monopolizar este eventual desarrollo. Con la misma visión que impregna a las organizaciones del municipio y la provincia, Rodríguez esboza el perfil del turismo que quieren: comunitario e inclusivo. Por eso enumera a esas “pequeñitas empresas que no han tenido la oportunidad de arrancar, de ser sostenibles”, como agentes de primer orden en el desarrollo de la estrategia.
“¿Qué buscamos?”, insiste. “Que todos seamos incluidos, progresar, innovar en una empresa que sea colaboradora del desarrollo social y económico y a la vez sostenible y sustentable, porque también nos ocuparemos de cuidar el medio ambiente”.
Nada se improvisa. Nada se deja para después. Los directivos del clúster, presentes en la conversación con Diario Libre, se anticipan al gran momento del despegue agenciándose consultorías de expertos que ya han capacitado a más de 160 personas en calidad de la atención; identificando y señalizando las rutas turísticas, clasificando los hoteles según sus estándares de servicio e impulsando la mejora de la planta física de los locales, para lo que requieren financiamiento.
“Tenemos fe en que estos turistas van a llegar porque Dajabón es un pueblo con una economía dinamizada por un comercio que fluye y que no solo beneficia a la región, sino al país entero”, afirma Fernández quien, dueña de hotel, ofrece el ejemplo de clientes fijos que, cada jueves y domingo, llegan desde lugares tan lejanos como Higüey.
En la hoja de ruta hacia el propósito de desarrollar el turismo provincial, el clúster ha dado ya pasos importantes. Revisar las metas cumplidas del Plan Estratégico de Desarrollo Provincial del Turismo permite constatar la intensidad del trabajo. En apenas un año, tiempo que abarcó el proyecto auspiciado por el CNC y el BID, lograron situarse como clúster modelo.
Mas todavía hay muchos retos por delante. Uno de ellos, declaran, es disminuir el nivel de contaminación sonora de la ciudad. Tan grave es el problema que los munícipes lo incluyeron en el Plan Municipal de Desarrollo 2012-206 como una de las taras que lastran el desarrollo integral de la ciudad.
La introducción del tema en el texto fue iniciativa del Consejo Municipal de Desarrollo, que pretendió solucionarlo capacitando a la ciudadanía, a los grupos organizados y a los choferes, además de requerir de las autoridades ambientales, municipales y policiales cumplir con su responsabilidad de principales veladores de la ley que prohíbe los ruidos.
Y, claro, necesitan recursos para no quedarse en el primer trecho del camino. Para financiar los “proyectitos” presentados por cada uno de los sectores involucrados; iniciativas individuales pero integradas al clúster: la de artesanía que promueven Dania Toribio y Marino Ramos, dos excelentes artistas; la de los diversos grupos culturales que tutela Chío Villalona, un personaje icónico de la provincia; el de la recuperación y puesta en valor de la gastronomía provincial, que tiene como mentora a la chef Ilse Toribio.
Tienen como aval “la fe y la confianza” de que habla Carmen Rodríguez. Fe y confianza que descansa, en parte, en una prometida visita sorpresa del presidente Danilo Medina, ahora inmerso en campaña proselitista, y a quien, por ello mismo, quizá le sobre tiempo para inauguraciones, pero le falte para sentarse a planificar con un grupo de visionarios emprendedores de la frontera noroeste, tan preterida, tan escasa de votos.
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