La reelección presidencial conduce por tercera ocasión al gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a tropezar con la misma piedra, que ya lo había colocado por caminos divisionistas durante las elecciones de 2008 y 2016.
La confrontación ahora vuelven a protagonizarla los mismos líderes: el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández. Aunque en esta oportunidad la radicalización de los enfrentamientos llegan a extremos difíciles de manejar.
El primer gran encontronazo entre Medina y Fernández se produjo en el proceso electoral de 2008. El entonces presidente Fernández, que ya había ocupado el poder en el período 1996-2000 y 2004-2008, decidió optar por un segundo mandato consecutivo y tercero de su gestión.
Medina, quien había sido derrotado en las elecciones del 2000, fue ministro de la Presidencia de Fernández y sus seguidores lo consideraban con el relevo natural del mandatario.
Tras abandonar el cargo en el gobierno de Fernández había montado una poderosa estructura nacional, con la que tuvo que enfrentar en la convención interna del PLD, ni más ni menos que al Presidente de la República.
Al final Medina fue derrotado ampliamente por Fernández en medio de un profundo malestar del partido. Entonces pronunció la frase lapidaria de que lo había vencido el Estado, replegándose en medio de un futuro nebuloso en su carrera política.
El presidente Fernández se reeligió y para el 2010 propició una reforma constitucional que limitaba el mandato presidencial, pero fue preciso firmar el denominado “Pacto de las corbatas azules”, con Miguel Vargas, presidente del PRD y derrotado candidato en las elecciones de 2008.
Este acuerdo posibilitó no solo la aprobación de la nueva Constitución, sino establecer la modalidad de reelección no consecutiva, imposibilitando a Fernández aspirar otra vez.
Leonel a la espera
Tras este acontecimiento Medina volvió a postularse y ganó la candidatura presidencial en la convención interna del PLD para 2012, pero antes, en medio de las tensiones, tuvo que establecer un pacto que posibilitó la unidad monolítica de la organización, llevando como su compañera de boleta a Margarita Cedeño de Fernández. Esta fórmula derrotó a Hipólito Mejía, candidato de un PRD que seguía dividido.
Tras este acontecimiento Medina volvió a postularse y ganó la candidatura presidencial en la convención interna del PLD para 2012, pero antes, en medio de las tensiones, tuvo que establecer un pacto que posibilitó la unidad monolítica de la organización, llevando como su compañera de boleta a Margarita Cedeño de Fernández. Esta fórmula derrotó a Hipólito Mejía, candidato de un PRD que seguía dividido.
Todo marchaba entre paños y manteles cuando los demonios volvieron a desatarse en el PLD, ya que ahora fue el presidente Medina quien decidió en el 2015 reformar la Constitución de 2010, para cambiar las reglas de juego y reelegirse en los comicios de 2016.
Era en ese preciso momento cuando Fernández, presidente del partido, se frotaba las manos junto a sus seguidores, para intentar ascender al poder por cuarta ocasión, pero todo se derrumbó. Cuando la sangre estaba a punto de llegar al río a Fernández no le quedó otra salida que claudicar. Entonces la dirigencia peledeísta firmó el denominado pacto “Reelección por reelección”, mediante el cual a los senadores, diputados y a una gran cantidad de alcaldes se les garantizó su candidatura.
El proyecto reeleccionista se impuso, se modificó el artículo 124 de la Constitución y el mandatario triunfó en primera vuelta con 62% ante Luis Abinader, candidato del naciente Partido Revolucionario Moderno (PRM).
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