domingo, 1 de mayo de 2011

Ofician misa por la beatificación

Santo Domingo

Fray Santiago Bautista consideró que la justicia dominicana es débil, porque no ha podido enfrentar los males de la corrupción que afectan esta nación.

“Y esos que andan por ahí, entre los que se encuentran Otoniel Bonilla, dan la sensación de que tienen las manos temblorosas o débil que no han podido enfrentar este virus de la corrupción. Yo entiendo que hay manos ocultas que le han impedido hacer este trabajo”, manifestó en la homilía de la liturgia que celebró ayer en honor a la beatificación del papa Juan Pablo Segundo.

En la misa destacó las virtudes del papa Juan Pablo Segundo, de quien dijo los políticos dominicanos debiera imitar.

Agregó que el papa dejó un legado a la humanidad y que supo sembrar amor.

“Sólo con la verdad erradicamos los manes que nos afectan y el papa Juan Pablo Segundo con su vida nos enseñó a gobernar un país sin caer en la mentira, la codicia y la ambición”, agregó.

Dijo que el mejor paradigma para la edificación de una política sana sin corrupción ni manchas es el ejemplo del papa Juan Pablo Segundo, quien sacrificó en numerosas ocasiones su vida y entró en situaciones delicadas por el bien de la humanidad.

“Que va, los políticos de ahora lo que les interesa es sanar su bolsillo. Mira como llevan la gasolina y al país en crisis, pero ellos no son capaz de sacrificarse para que este pueblo pueda resucitar a una nueva vida. Nosotros estamos viviendo mucha calamidad”, agregó.

Vigilia
La misa para la beatificación del Papa Juan Pablo Segundo fue oficiada en la iglesia San Miguel de la zona colonia, así como en otras parroquias del país como lo ordenara su eminencia, Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Previo a la misa, Fray Santiago Bautista realizó una vigilia que se manifestó con una procesión de la feligresía que dio la vuelta al parque frontal a la iglesia.

“Lo que estamos celebrando hoy es un acontecimiento que debe marcar la humanidad.

La ceremonia de beatificación se llevará a cabo en Roma.

El Papa Juan Pablo Segundo era un hombre humilde y de temple que buscaba respuestas de conciliación para problemas.

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