SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La Policía Nacional de República Dominicana requiere de una profunda reforma que ponga fin a las muertes de ciudadanos por parte de agentes policiales y que enfrente la corrupción interna y los vínculos con la delincuencia.
El planteamiento fue hecho por el especialista Javier Zúñiga, asesor especial de Amnistía Internacional.
En un texto enviado a Acento.com.do, Zúñiga propone una reforma que empiece con una amplia evaluación preventiva e independiente de la Policía Nacional a fin de evitar que se repitan errores de reformas pasadas y a fin de entender lo que hay que cambiar para conseguir una mejora integral en la institución.
“El proyecto de ley orgánica de la policía, actualmente en examen en la Cámara de diputados, no está basado en este tipo de evaluación”, expone.
A continuación el escrito íntegro:
¿Por qué necesita la República Dominicana una reforma policial?
(Javier Zúñiga, asesor especial de Amnistía Internacional)
El pasado 2 de marzo, Día de la Policía Nacional, fue caracterizado por dos imágenes contrastantes. Por un lado, vimos al jefe de la policía exaltando la profesionalización alcanzada por la institución. Por el otro, activistas de derechos humanos y familiares de personas asesinadas por la policía exigían al Presidente Fernández una efectiva reforma policial.
Desafortunadamente, aquel contraste no es inusual cuando se trata de la policía en la República Dominicana.
La policía utiliza medios de comunicación y canales de información pública para presentarse como una institución profesional, eficaz y respetuosa de los derechos humanos. Pero casi a diario, abogados y organizaciones de derechos humanos reciben denuncias de abusos policiales (en particular homicidios ilegítimos, torturas y otros malos tratos), los medios de comunicación reportan casos de colusión entre miembros de la policía y la microcriminalidad o el narcotráfico y distintos sectores de la población expresan sus preocupaciones sobre los elevados índices de criminalidad.
¿Cómo hacer entonces para que esta institución con dos caras se convierta en una entidad transparente y apreciada por todos, en esa institución que aspira a ser?
En lugar de una ocasión de celebraciones, el día de la policía hubiera tenido que ser una oportunidad para promocionar una amplia reflexión sobre la efectividad, la integridad y la actitud de la Policía Nacional. El espacio de debate proporcionado por el contexto electoral ciertamente favorece este tipo de reflexión.
Negando que los homicidios ilegítimos y las torturas por parte de la policía alcanzan niveles alarmantes, las iniciativas de reformas que se desarrollan no pueden estar centradas en aumentar el respeto por los derechos humanos
Es indudable que la Policía Nacional ha crecido considerablemente en número de efectivos y ha sido objeto de una reestructuración significativa desde su creación bajo Trujillo, hace 76 años.
Ha logrado una buena cobertura geográfica a nivel nacional, se ha dotado de varios departamentos especializados en investigación, ha establecido mecanismos de control interno, ha creado departamentos dedicados a la educación y al entrenamiento de sus miembros. Igualmente, se tiene que reconocer que la Policía Nacional está en continuo desarrollo, tal como lo evidencian los proyectos de reforma incluidos en el Plan de Seguridad Democrática y el Plan estratégico de la Policía Nacional para 2012.
Sin embargo, a la luz de las preocupaciones que despierta la situación de seguridad pública y frente a las constantes denuncias de abusos, es legítimo preguntarse si los cambios y las reformas que han sido introducidos a lo largo de los años están dando los resultados esperados.
Si la Policía Nacional todavía está lejos de ser la institución que todos en la República dominicana merecen, quizás sea porque no hay un reconocimiento ni por parte de la institución misma ni por parte de otras autoridades estatales competentes de la envergadura y de las consecuencias del problema que suponen las violaciones de derechos humanos cometidas por la policía.
Negando que los homicidios ilegítimos y las torturas por parte de la policía alcanzan niveles alarmantes, las iniciativas de reformas que se desarrollan no pueden estar centradas en aumentar el respeto por los derechos humanos. Desestimando que la corrupción y los abusos policiales fomentan la delincuencia y la violencia, se toman medidas que resultan inadecuadas para mejorar la eficiencia de la policía en prevenir y combatir la criminalidad.
Los que se necesita es una policía que sea capaz de proporcionar protección efectiva respetando los derechos humanos. Eso debería ser el objetivo final de la tan necesaria reforma policial integral que cada día más dominicanos están pidiendo.
Esta reforma debería empezar con una amplia evaluación preventiva e independiente de la Policía Nacional a fin de evitar que se repitan errores de reformas pasadas y a fin de entender lo que hay que cambiar para conseguir una mejora integral en la institución.
El proyecto de ley orgánica de la policía, actualmente en examen en la Cámara de diputados, no está basado en este tipo de evaluación.
De hecho, el proyecto deja inalteradas estructuras y mecanismos que ya se han demostrado ineficaces. Por ejemplo, permanece el carácter militarista de la institución; el sistema de control externo se queda ancorado al Presidente reservando un papel muy marginal al Ministro de Interior y Policía; el sistema de control interno queda debilitado con el reestablecimiento de los tribunales de justicia policial; el respeto de los derechos humanos sigue estando excluido como criterio para decidir sobre ascensos de policías y evaluar el desempeño de los agentes y la responsabilidad de la policía como institución por actos llégales de sus agentes sigue sin reconocimiento.
El Congreso está entonces en la obligación de tratar el proyecto de ley orgánica de la policía con mucha atención. Los congresistas deben recordarse que de su trabajo depende la posibilidad de que la República Dominicana se dote de la policía que necesita y que merece.
De la misma manera, los candidatos presidenciales deben empezar a reflexionar sin más demora sobre el tipo de policía que quieren dar al país para que la seguridad, el respeto de los derechos humanos y la justicia sean una realidad para todos.
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