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Ciudad del Vaticano, 22 mar (EFE).- El papa Benedicto XVI emprende mañana su segundo viaje a América Latina, que le lleva a México y Cuba, donde impulsará una nueva evangelización y exhortará a sus habitantes a la reconciliación y a luchar contra la violencia, el narcotráfico y la injusticia y a favor de la paz. "Invito a todos a acompañarme con su cercanía espiritual, para que en esta visita se cosechen abundantes frutos de vida cristiana y renovación eclesial, que contribuyan al auténtico progreso de esos pueblos", ha dicho el papa en la vigilia del viaje. Benedicto XVI, de casi 85 años, ya estuvo en 2007 en América Latina, pero en esa ocasión sólo visitó Brasil. Ahora vuelve a dos países de lengua española para proclamar de nuevo el Evangelio a esos pueblos que fueron evangelizados hace 500 años, que siguen siendo fieles a la Iglesia, pero en los que avanza la secularización y la penetración de las sectas.
Según el papa, ha llegado el momento para volver a evangelizar "con una fe recia" esa región donde viven casi la mitad de los más de 1.200 millones de católicos del planeta.
El pontífice desea que el mensaje de este viaje sea extensible a toda Latinoamérica y durante los seis días de visita exhortará a sus ciudadanos a fomentar la reconciliación, la fraternidad y la solidaridad y a luchar contra la violencia, el narcotráfico, la injusticia, el analfabetismo, la corrupción y la miseria y a favor de la paz y cuidado del medio ambiente.
Asimismo, les animará a defender la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural y la tutela de la familia, institución que sufre cada vez más -según ha denunciado- situaciones adversas causadas por los cambios culturales, banalización de la sexualidad y las falsas ideologías.
La primera etapa del viaje es México, donde se encontrará, según el cardenal secretario de estado, Tarcisio Bertone, con un país que se enfrenta a la violencia, la corrupción, el narcotráfico, que obliga a todas los mexicanos a "refundar" la nación sobre los valores cristianos, "que son la convivencia pacífica, la hermandad, la solidaridad y la honradez".
México sufre una escalada de violencia causada por la guerra entre los carteles de las drogas por el control del territorio y los enfrentamientos de estos con el Estado, que han causado más de 47.000 muertes.
El papa va a encontrar también un México que se prepara para elecciones el 1 de julio, entre ellas presidenciales.
En ambientes políticos la visita ha levantado suspicacias, ya que el hecho de que sólo se entreviste con el presidente, Felipe Calderón, lo consideran como un apoyo al Partido Acción Nacional (PAN), en el poder, lo que ha sido tajantemente negado por la Iglesia.
A Cuba llega catorce años después de la visita del papa Juan Pablo II, y va a encontrar "una Revolución en proceso de perfeccionamiento de su modelo político, económico y social", según afirmó a Efe el embajador cubano ante la Santa Sede, Eduardo Delgado.
Pero también va a encontrar una Iglesia católica más visible, que se ha convertido en interlocutora con el Gobierno.
Según el cardenal Bertone, la visita ayudará a los cubanos en su camino hacia la democracia.
El papa partirá mañana hacia León, en el estado de Guanajuato, en el centro de México y centro del catolicismo mexicano, donde será recibido por el presidente Calderón.
El domingo 25 oficiará una misa a los pies del Cerro del Cubilete, dominado por una estatua de Cristo Rey, y se reunirá con los obispos mexicanos.
El 26 de marzo emprenderá viaje a Santiago de Cuba, donde será recibido por el presidente, Raúl Castro. Allí oficiará un misa con motivo del 400 aniversario del hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de la isla y antes de viajar a La Habana visitará la imagen en su santuario, lo que no pudo hacer Juan Pablo II.
En La Habana se reunirá con Raúl Castro y no se descarta también con Fidel Castro y en la Plaza de la Revolución oficiará una misa el día 28, último acto de su viaje al "continente de la esperanza" antes de regresar a Roma.
Este es el vigésimo tercer viaje de los realizados por el mundo por Benedicto XVI en casi siete años de pontificado.
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