Mañana, sábado, se cumplen 50 años del comienzo de una guerra breve pero cruenta que enfrentó a los dos países más poblados del mundo, China e India, con dos problemas de fondo -las disputas fronterizas y la relación de Nueva Delhi con el Tíbet- que medio siglo después siguen irresolutos.
Mientras las grandes potencias de la Guerra Fría, EEUU y la Unión Soviética, estaban "distraídas" en aquel mismo momento con la Crisis de los Misiles de Cuba (16-28 de octubre de 1962), el Ejército de Liberación Popular de China invadía el 20 de octubre territorio indio tanto en el extremo oriental como en el occidental entre ambos países, que comparten una de las mayores fronteras del mundo.
Tras semanas de enfrentamientos, en los que murieron alrededor de 2.000 soldados (1.300 indios y 700 chinos), y aunque la superioridad de las tropas chinas era patente, el 21 de noviembre el primer ministro chino, Zhou Enlai, dictaba el alto el fuego, poniendo fin a la guerra pero iniciando una enemistad que aún perdura.
China salió de la contienda relativamente victoriosa, logrando entre otras cosas confirmar su control sobre el área Aksai Chin, en el extremo occidental de la frontera y situada en la conflictiva región de Cachemira, pero en este país se intenta olvidar el conflicto, o disfrazarlo como un acto de "buena voluntad".
"China luchó contra India en 1962 para arrancar un acuerdo de paz con su vecino" tras años de escaramuzas fronterizas, señalaba en uno de los pocos artículos que en este año de aniversario se ha publicado sobre la guerra en este país el historiador Hong Yuan, de la Academia China de Ciencias.
"El objetivo real no era Nehru (primer ministro indio en aquel entonces), sino Estados Unidos y la Unión Soviética, que habían conspirado contra China", señalaba Hong en su artículo, publicado en el diario "Global Times".
En India, paradójicamente, un conflicto que perdió y supuso una humillación es visto como un paso importante en su historia, pues ayudó a reconsiderar su fuerza militar, duplicar en efectivos en los años siguientes y con ello lograr victorias decisivas con otro rival continental, Pakistán, en 1965 y 1971; sin embargo, se opina que China no aprendió del enfrentamiento.
"China debería usar el aniversario para preguntarse por qué tuvo lugar una guerra que podría haber evitado", señalaba esta semana en un documento el Instituto de Análisis y Estudios de Defensa de la India, país donde sí se recuerda un conflicto del que "China no quiere hablar en público".
Con excepción de la Guerra de Corea (1950-53), en la que contuvo a EEUU, China suele considerar los conflictos con sus vecinos (también el mantenido con Vietnam en 1975) como un tabú que no se recuerda en sus medios oficiales.
Más en el actual momento de crecientes tensiones con otros países cercanos, como Japón, Filipinas o el mismo Vietnam por las islas de los mares comunes.
La guerra de 1962 fue interpretada también por los estudiosos como una represalia de China al hecho de que tres años antes la India acogiera al Dalai Lama tras su huida del Tíbet, una situación que continúa en la actualidad: el entonces joven líder espiritual sigue refugiado en Dharamsala, en el norte indio.
China consideraba entonces que tropas indias estaban intentando, con apoyo o aquiescencia de Washington y Moscú (ambas enemistadas con Pekín), avanzar hacia territorio tibetano, y uno de los escenarios del conflicto fue la célebre "línea MacMahon", una frontera que a principios del siglo XX había trazado la entonces India Británica con el Tíbet, sin participación de China.
La guerra acabó el sueño de los primeros años de los jóvenes regímenes de Mao y Nehru, que llegaron a imaginar una alianza entre las dos milenarias civilizaciones, que se habían librado de siglos de colonialismo.
El recelo creado en el conflicto persiste, teniendo en cuenta que las dos potencias emergentes tienen unas relaciones políticas, comerciales o culturales muy inferiores a las que mantienen con otros vecinos, pese a la historia compartida y el gran tamaño de sus economías.
El surgimiento en la última década del bloque de las BRICS (ambas junto a Rusia, Sudáfrica y Brasil) ha mejorado una relación difícil, pero todavía medio siglo después los ejércitos chino e indio se acusan esporádicamente de incursiones en territorio vecino.
Y las presuntas negociaciones para resolver el conflicto fronterizo, iniciadas en 1981, suelen ser vistas como el esfuerzo diplomático más largo e inútil de la historia contemporánea.DE EFE
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