viernes, 17 de diciembre de 2010

Amiga de holandés asesinado en Cotuí describe cómo fue su último día

Una mujer de Cotuí, a quien vamos a nombrar M.C., por su seguridad, amiga del ciudadano holandés Walter De Laat, supuestamente muerto en un intercambio de disparos entre delincuentes y agentes de la Policía Nacional en el sector La Altagracia de ese municipio, informó él se iba a mudar de la casa en cuyo primer nivel vivían unos presuntos sicarios y asaltantes, también asesinados por la Policía la noche de este jueves.

“Él vivía solo en el apartamento y se pasó el día de ayer casi entero en mi casa, porque se iba a mudar y estábamos limpiando la casa nueva, comprando en la ferretería y esas cosas, y lo llevé a las 6:00 de la tarde a su residencia, y a las 8:20 me llamó y me dijo: Hay tres hombres en mi casa con pistolas..., y que no pudo decir más nada”, dijo en exclusiva la mujer a Z101Digital.com.

M. C. de inmediato salió para la casa de su amigo y cuando llegó le informaron que estaba muerto. Volvió a verlo convertido en cadáver en la emergencia del hospital Inmaculada Concepción de Cotuí, en donde se encontró con una joven, que vivía con los supuestos delincuentes, y que según De Laat, le había pedido el favor de que le arreglara la bomba del agua.

“Él me dijo que la muchacha había subido a su casa el sábado para pedirle que, por favor, bajara a ver qué tenía la bomba del agua de su casa, porque no funcionaba. Él fue, pero dijo que la bomba no tenía nada. Todavía ayer domingo cuando fui a recogerlo, estaba con ella en el patio viendo la bomba. Según él, la chica le dijo que sabía hablar inglés”.

De Laat le refirió a su amiga, que la joven de la primera planta por lo visto quería buscar amistad. La joven estaba bajo la custodia de un policía en el centro de salud, y según versiones obtenidas por este medio está siendo investigada en la sede de la Policía Nacional.

Walter De Laat era un ciudadano holandés de 63 años, pensionado, que actualmente ayudaba a un amigo en un taller de herrería, más que nada para no estar todo el día ocioso en la casa.

Cuando M.C. fue a la emergencia del hospital, un policía le entregó el celular de él, en el cual estaban registradas las últimas llamadas: la que él le hizo diciendo que tres hombres armados habían irrumpido en su casa, y la que ella le devolvió, pero que no pudo tomar.

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