Murió un día como hoy hace 28 años el bachatero Marino Pérez, uno de los íconos de la bachata, quien popularizó temas como El Trago del olvido, De taberna en taberna, La tragedia de un veneno y La espero bebiendo.
Esteban Astacio Pérez, su verdadero nombre, murió el 26 de julio de 1991, a los 65 años, en la calle Ramona González, número 145, en el barrio México, de San Pedro de Macorís, a causa de cirrosis hepática.
Dos días antes había sido desahuciado en el Centro Médico San Pedro, de esa ciudad, y entregado a su hermana Leonidas Rondón Pérez (Morena).
Sus padres
Era hijo de los esposos Carmen Pérez y Arcadio Astacio, quienes vivían en la comunidad de Guayabo Dulce, en Hato Mayor, pero a los 14 años se fue a vivir a San Pedro de Macorís a casa de su hermana Morena, en la calle María Quirino 34, en Placer Bonito. Estando en San Pedro de Macorís, Marino comenzó a visitar el sector La Loma del Cochero donde se reunían músicos talentosos como Negro Sánchez, Suri Domínguez, Julito Reyes, Ramón Marrero, Angel Guerrero, Papito de Aza, José Ventura, Juan Bautista y otros.
Ingresó como músico y cantante a la orquesta Los Dominicanos del Ritmo, de Cristóbal Acosta, pero luego pasó a Los Cibernéticos, grupo con el cual cosechó grandes triunfos.
Su primer gran éxito fue Aclamando el licor y a partir de entonces sus éxitos surgían unos tras otros.
Pese a sus constantes éxitos, Marino Pérez murió en extrema pobreza y hoy sólo queda su legado como uno de los grandes ba bachateros de todos los tiempos.Para 1970 y 1980, la bachata fue malignizada por la sociedad dominicana por su asociación con la pobreza, el atraso rural, la delincuencia, la embriaguez y la prostitución. Consciente de la mala opinión que su música generaba en ciertos sectores de la sociedad, algunos bachateros como Leonardo Paniagua y Luís Segura trataron de distanciarse del género a través de la grabación de versiones de baladas y otros estilos musicales mucho más aceptados provenientes del extranjero. Otros bachateros a su vez adoptaron el estilo de vida de las zonas urbanas y bares donde la bachata era cantada libremente y sus temas eran acerca de la bebida, las peleas y los burdeles. El cantante que mejor expreso y fue conocido por vivir esa vida fue el bachatero Marino Pérez. Con sincero sentimiento y humor oscuro, Pérez cantó la historia de bares y barrios donde los amantes celosos peleaban, los hombres y las mujeres se traicionaban entre sí, los insultos son objeto de comercio y la botella de ron siempre omnipresente. Esto no fue una vida ficticia para Pérez, él realmente la vivió, y este mundo y forma de vida finalmente lo mató.
Marino Pérez nació en Guayabo Dulce, un campo cerca de la ciudad oriental de San Pedro de Macorís. Su edad difícil de saber incluso los más cercanos a él dudan en adivinarla; durante su juventud era un hombre muy apuesto con mucha vitalidad, para mediados de 1990 el alcoholismo había transformado sus facciones y lucia mucho mayor de lo que realmente era. Marino aparece en la escena de la bachata en 1969 cuando se traslada a la capital dominicana, Santo Domingo. A sugerencia de Manuel Menegildo de Marisol Records, solicito la ayuda del guitarrista Edilio Paredes para grabar su primer solo. Pero Edilio para ese momento estaba simpatizando con la idea de convertirse en un cristiano evangélico, nada que ver con el oscuro mundo de la bachata. En lugar de él, Pérez grabo la canción con el guitarrista Augusto Santos, "El trago de olvidar", convirtiéndose en un clásico instantáneo que aun hoy en día sigue siendo uno de las canciones más populares de Pérez.
Marino pasó a grabar éxito tras éxito, glorificando así la vida del cabaretero. Estuvo acompañado siempre en sus canciones y en sus aventuras por su segunda guitarra; su compañero y paisano oriundo de San Pedro el Chijo Osoria; sus diálogos en los inicios de las canciones de Marino se convirtieron en una marca registrada de la bachata cabaret. Mujer: "Perdóname, papi, por piedad..." Chijo: "Marino, perdona pero esa pobre mujer". Marino: "Ah, pero es que tu no sabes, lo que me hizo esa sinvergüenza... no, no y no, por mi que se muera".
Las historias que los demás bachateros pueden contar sobre Pérez podrían provenir de sus canciones. Una vez Julio Angel, el autor de la exitosa pieza "El Pajón", visitó a Marino en San Pedro. Una noche de farra pasaron los dos bebiendo en un prostíbulos hasta la inconciencia, cuando Julio Angel despertó no veía señal de Pérez o de su guitarra, la misma que los había acompañado durante su noche de farra mientras ellos cantaban y bebían. Pérez fue a la casa donde había pasado la noche anterior, pero no encontró rastro de ambos, entonces comenzó a recorrer todos los bares y burdeles que él sabía que Marino frecuentaba. Todo el mundo le decía que habían visto a Pérez y a la guitarra pero ya se habían ido. Por último Julio Angel llegó a un cabaret donde vio su guitarra detrás de la barra, le dijo al cantinero que esa era suya y el cantinero le respondió que Marino la había utilizado para poder cubrir la cuenta y seguir bebiendo después de que su dinero se había agotado. Julio Angel recuerda que le tomó a Pérez casi tres meses poder recuperar la guitarra y tener a Julio en la capital. Otro bachatero recuerda que a él y a Pérez, Massimino Sánchez un promotor musical les pago por las venta de disco con un intercambio con los propietarios de Colmados (una tienda al mayor) a razón de 2,45 por botella de ron.
La música de Marino Pérez tiene todas las características que hicieron la bachata tan popular y al mismo tiempo tan difamada. Por un lado esta la emoción de su voz, a veces desolada y en otras llena de energía y júbilo, caracteristicas de los cantantes del campo en el Caribe. Sin ningún tipo de entrenamiento y en algunos casos descuidado, Marino generalmente cantaba fuera de tono, incluso en algunas de sus más famosas grabaciones, dándole a los críticos de la bachata material para sustentar sus argumentos. Sin embargo, lo audaz de su canto y su estilo único lo hicieron atraer a un buen público de amantes de la bachata y sus canciones hoy en día siguen siendo unas de las más amadas y recordadas entre el repertorio clásico de la bachata. Si bien con Edilio Paredes y Augusto Santos hizo algunos de sus mejores trabajos, también es cierto que muchas de las críticas que se le dieron a la bachata durante los años 1970 y 1980, con respecto a la mala calidad del sonido, el canto y maestría musical, en el caso de Pérez son mucho más ciertas, él fue un prolífico compositor y era conocido por grabar aproximadamente treinta canciones en una sola tarde, este tipo de producción, naturalmente, podría resultar en letras y melodías repetitivas y con un resultado en la grabación de poca calidad. Pese a ello Pérez fue probablemente el bachatero de mayor venta de su época, casi todas sus producciones se convirtieron en un éxito. A diferencia de muchos bachateros la mayoría de las canciones de Marino fueron composiciones propias, llenas de dolor, frustración, orgullo y humor de una vida que se desvaneció en el tiempo.
Pérez continuo grabando y vendiendo un sin numero de canciones durante el decenio de 1980, incluso varias de sus canciones mas populares fueron grabadas en merengues por artistas como Wilfrido Vargas. Para el momento que Marino murió a mediados de los 90 la bachata se estaba moviendo en una nueva dirección con la prevalencia de letras más suave y la introducción de innovaciones como la guitarra eléctrica. La nueva generación de jóvenes aficionados a la bachata incluso aquellos que están familiarizados con bachateros como Luís Segura y Leonardo Paniagua, no reconocen el nombre de Pérez a pesar de la enorme popularidad que una vez gozo. Sin embargo, su legado es recordado a pesar que su nombre se desvanece en el tiempo. Algunas de las canciones de Marino se popularizaron en la República Dominicana aun cuando el nombre del autor se olvida, sus letras son ahora de conocimiento público y forman parte de la memoria colectiva. Es difícil determinar la influencia que puede haber tenido Marino en las futuras generaciones de bachateros, quienes han buscado a artistas como Segura, Eladio Romero Santosy Blas Durán de inspiración, pero para el cabaret bachatero, Marino sigue siendo un icono; vivió la historia de la música, tanto como autor y como personaje y murió de la misma manera. A pesar del paso del tiempo, las canciones de Marino están inspiradas en el Jíbaro de Puerto Rico su soledad, angustias de una vida en decadencia y la alegría de una serenata en una noche bajo las estrellas las palmeras.
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