“Eso es como un atraco casi, que firme ahí, firme ahí. Y yo: pero que yo no veo, ¿qué es lo que voy a firmar?”, son las palabras de Vicente González González, un hombre de 62 años a quien la música le fluía por el cuerpo hasta que “un engaño” le cortó el ritmo y convirtió sus días y noches en el reflejo de una melodía desconsoladora.
Mientras intentaba recuperarse de las llagas en sus piernas, producto de la diabetes que padece hace algunos años, Vicente recibió en abril una llamada que esperaba con ansias, el aviso para firmar su supuesta pensión del Ministerio de Turismo.
Aun con su quebrantada condición de salud, que también incluye hipertensión, glaucoma, cataratas y coágulos en los ojos, el músico tomó su bastón en una mano y a su hija de crianza en la otra para asistir a su cita el lunes 25 del mes pasado.
Para su sorpresa, le fue impedida la entrada a la joven de 20 años que más que acompañarlo iba con la intención de ser sus ojos, debido a las dificultades de visión que presenta su padre.
“Me llaman para adentro y yo le digo: ven mi niña para que veas que es lo que voy a firmar. No, no, con usted está bien, me dijeron y la dejaron afuera”, manifestó Vicente, quien ya tenía 31 años en la referida entidad gubernamental.
Tras el encuentro, que sin saberlo sería el último, Vicente salió a reunir una serie de documentos que supuestamente tenía que depositar para completar su proceso de jubilación.
“Ay, yo gasté mi último sueldito pagando pasajes y buscando esos papeles, me pusieron a buscar acta de nacimiento, a dar carreras”, lamentó Vicente, mientras apretaba los ojos y se agarraba el pecho para no dejar salir la impotencia.
“Ya, ya, tranquilízate que después se te va a subir la presión”, le decía su esposa Isabel Guzmán, quien fue diagnosticada de cáncer hace nueve años y cuyos tratamientos peligran porque eran pagados con el sueldo de Vicente.
No fue hasta cuando solicitó un documento al Ministerio de Administración Pública (MAP), dos días después, que el señor se enteró de que en lugar de una pensión, fue su cancelación la que firmó.
“Ahí (en el MAP) me dicen: usted está desvinculado y digo yo ¿Cómo?”, narró Vicente, al tiempo que explicó que fue a Turismo en busca de explicaciones, pero no le quisieron recibir.
“Ese día yo ni dormí”, agregó entre la lucha consigo mismo por no llorar.
Vicente explicó que no lo podía creer porque en diciembre de 2021 llamó para indagar sobre los beneficios propios de esa época del año y le informaron que como él estaba en proceso de pensión, no le correspondían.
Asimismo, detalló que cuando firmó, le arrancaron su carnet de la mano y solo pensó “tal vez al que pensionan tiene que entregar la vaina”.
“¿Pencionan…? Ajan... Toy' cancelao”, añadió.
No obstante, Vicente argumentó que son situaciones que “el ministro (David Collado) no sabe. Él no sabe las condiciones de uno, él no sabe cómo está uno. Ellas (refiriéndose al personal de recursos humanos) fue que me vieron llegar que no puedo caminar”.
Ayuda de vecinos
Ahora, después de 31 años recorrió la geografía nacional y hasta, en varias ocasiones, suelos extranjeros llevando con sus manos el ritmo y alegría del merengue como parte de los grupos culturales del Ministerio de Turismo, Vicente e Isabel viven de la caridad de sus vecinos en el sector Gualey, en el Distrito Nacional.
En consecuencia, esta pareja ha tenido que escoger entre los medicamentos que necesitan, cuales si y no pueden comprar.
“Si te enseñamos la lista no alcanzamos para comprarlas, y cómo? Compramos lo que se pueda”, externó Isabel.
Operación en pausa
Precisamente, a raíz de los limitados recursos con los que cuentan, Vicente tuvo que posponer una operación pautada para este pasado sábado 14 por no contar con el dinero suficiente, cerca de 40,000 pesos.
Liquidación
Aunque Vicente esperaba poder recibir su pensión en lugar de una cancelación, los fondos de liquidación tampoco han llegado a sus manos, según dijo.
“Nos dieron una copia y después nos dijeron le avisamos, y todavía”, expresó la esposa.
En tanto, uno de sus excompañeros de labor, sostuvo que Vicente “a veces tocaba la tambora y cuando no podía tocaba la güira o el acordeón, pero nunca se quedaba, nunca se quejaba y nunca faltó a trabajar”.
“Yo amaba mi trabajo, enfermo iba yo a trabajar, y mira lo que me hacen. Tú sabes lo que es eso, uno que nada más depende de eso”, concluyó don Vicente.
Caso similar
Este caso no es el primero, una “mala jugada” también vivió la conserje Plácida Samboys Feliz, de 60 años de edad, quien denunció en septiembre de 2021 que, supuestamente, el director de centro educativo Hernando Gorjón, en la provincia Pedernales, Wilton Alberto Pérez, la indujo a firmar una carta de renuncia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario