Santo Domingo.- En la base aérea de San Isidro, en Santo Domingo, se conserva un pequeño avión modelo Curtiss Wright R19, de nombre Colón, emblema de la aviación dominicana y recuerdo de una gesta que acabó en tragedia, el Vuelo Panamericano de 1937.
Fue el único aparato en regresar al punto de partida. Hace ahora 85 años, el 12 de noviembre de 1937, despegaba del aeródromo de Miraflores, ubicado en lo que hoy es el centro de Santo Domingo, la Escuadrilla Panamericana, compuesta por tres aeronaves modelo Stinson aportadas por Cuba -La Pinta, La Niña y la Santa María- y el Colón dominicano, para realizar un recorrido por los cielos americanos que se vio truncado el 29 de diciembre.
Monumento a Cristóbal Colón
La gesta se ideó para obtener los fondos necesarios para erigir un monumento en honor a Cristóbal Colón, un faro que “había de ser levantado en la ciudad de Santo Domingo con la cooperación de los gobiernos del Continente Americano”, tal y como se dispuso durante la Quinta Conferencia Internacional Americana (Chile, 1923).
Pasaron unos años antes de que los gobiernos de Cuba y República Dominicana decidieran crear la escuadrilla aérea que protagonizó la fallida proeza, relatada por el coronel piloto Mario Rivas, de la Fuerza Aérea dominicana, en una entrevista con EFE.
Los elegidos para tripular la escuadra fueron los pilotos de la Marina Constitucional Cubana teniente Antonio Menéndez Peláez, teniente Feliciano Risech Amat y teniente Alfredo Jiménez Alum, con Roberto Medina, Manuel Naranjo y Pedro Castillo como técnicos mecánicos y, por el Cuerpo de Aviación de la República Dominicana, el piloto mayor Frank Andrés Féliz Miranda con el sargento Ernesto Tejeda como mecánico.
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Para relatar tan magno acontecimiento, a los aviadores se sumó el periodista cubano Ruy de Lugo Viña como cronista oficial de un vuelo sin precedentes.
El itinerario se diseñó para realizar 53 etapas y 112 escalas, con la primera parada en Puerto Rico, “continuando por las Antillas Menores hasta llegar a Venezuela, Guyana… y hacer un recorrido por todo el Cono Sur. En cada aterrizaje (los aviadores) eran recibidos con mucho entusiasmo”, explicó Rivas, experto y estudioso de la malograda hazaña.
Caída de la Pinta, la Niña y la Santa María
Hasta que el 29 de diciembre las tres aeronaves cubanas cayeron en el corregimiento de Felidia, a unos 12 kilómetros de Cali (Colombia), la escuadra llegó a visitar trece países.
Según las investigaciones del coronel Rivas, se aconsejó a los pilotos que “cruzaran desde Cali sobre tierra hacia Panamá, que era el siguiente punto” de aterrizaje. Pero no tomaron esa ruta.
Querían “superar unos farallones de los Andes, una sección con grandes elevaciones”, para llegar a las costas del Pacífico y hacer una ruta a baja altura hasta el litoral oeste de Panamá, un itinerario que Rivas, como piloto, entiende que “era más cómodo”, aunque sobrevolar esa zona tan elevada de la cordillera “era muy arriesgado».
Algunas teorías apuntan a que los aparatos cubanos llevaban un exceso de peso por la cantidad de regalos que se recibían en las escalas y no contaban con la potencia necesaria para cumplir su propósito.
El Colón, que tenía mayor potencia, tomó otro rumbo y realizó el trayecto sin problemas a pesar de la mala visibilidad, ya que el mecánico sugirió que el piloto “rompiera nubes” para no volar a ciegas.
Llegaron a destino sin saber de la suerte que habían corrido sus compañeros de proeza. Solo conocieron la tragedia una vez aterrizaron en suelo panameño.
Pioneros y emblema de la aviación
Féliz Miranda y Tejeda fueron recibidos como héroes y se les revistió de “honor y gloria. Los miembros de la Fuerza Aérea dominicana sentimos el orgullo de que el avión Colón sobrevoló con la bandera tricolor de República Dominicana el espacio aéreo suramericano”, destacó Rivas.
El Curtiss Wright R19, construido en 1935, hizo su último vuelo ese 29 de diciembre de 1937 y regresó a República Dominicana en enero de 1938, desmontado, a bordo del buque de guerra presidente Rafael Leónidas Trujillo. Aunque sus hélices no se han puesto en marcha y la cabina está sellada, recibe el mismo mantenimiento que un aparato en activo, incluso se pensó en volver a hacerlo volar con un nuevo motor en 1970, pero dado su valor como emblema de la aviación dominicana se decidió no correr el riesgo.
El Colón ha estado exhibido en diferentes emplazamientos bajo la guardia de la Fuerza Aérea y, tras su última revisión, volverá al lugar que le corresponde, la Academia Aérea a la que da nombre el general de Brigada Piloto Frank Andrés Féliz Miranda, “pionero de la aviación dominicana”, cuyos valores se inculcan a los cadetes que pasan por la institución.
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