Los partidos Revolucionario Dominicano, Reformista Social Cristiano y de la Liberación Dominicana, los más antiguos de República Dominicana, han jugado en los últimos tiempos un papel electoral deslucido, casi ridículo. Están en lo que podría definirse como una pendiente resbaladiza.
La causa de ello es el desatino y hasta mañosa intención de algunos de sus máximos dirigentes, quienes han estado animados no por el deseo de servir a la patria y a las mayorías, sino más bien de obtener beneficios personales (unos, aprovechándose de los recursos que el Estado entrega por ley a los partidos, y otros, usando a las entidades políticas como escudo protector).
NECESARIOS CUESTIONAMIENTOS
Sería más que saludable que esos partidos (ya dos de ellos lo han anunciado), analizaran en forma sincera e introspectiva si han sido atinados o no su proceder y estrategia de los últimos tiempos.
Es posible les favorezca que sus actuales presidentes sean quienes propicien los necesarios cuestionamientos internos y relevos generacionales. Si lo hacen, se “casarían con la gloria” y podrían seguir jugando un rol protagónico. En cambio, si obstinadamente tratan de imponerse y mantenerse en máximo puesto, serán barridos por la mayoría y acelerarán la debacle de sus respectivos partidos.
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