Enfrentarse a diversos peligros y a siniestros que harían que los demás salgan despavoridos es la labor que, por 30 años, ha realizado Elsa Ramírez de Miura, coronela del cuerpo de bomberos del Distrito Nacional. Actualmente comanda la brigada femenina del Distrito Nacional y tiene bajo su mando a 31 mujeres que laboran en las diversas estaciones.
Pero esos compromisos sociales no le han impedido mantener vivas las llamas del amor materno y darle a su hijo un buen ejemplo. Hoy día, este, que procreó con su esposo, el también bombero Luis Miura, ingresó a las filas del organismo de socorro.
Recuerda que, cuando su hijo era bomberito (se les llama así a los niños bomberos), era una etapa difícil para esta familia porque aunque ella es madre, era la comandante de ese cuerpo de bomberitos y debía exigirle a él más aplicación que a los demás menores. Pero le satisface contar que, cuando Luis Miura hijo se examinó en la academia de cadetes, obtuvo la nota más alta de toda su promoción, acto que enorgulleció a sus padres.
“Si mi hijo escuchaba una sirena salía corriendo atrás de ella para ayudar en las emergencias y allá se encontraba conmigo encima de una escalera y un pitón apagando el fuego y con su papá adentro salvando vidas”, dice la coronela a la vez de resaltar que la unidad de bomberos ha unido más a su familia porque ha hecho que todos tengan un mismo pensar y sentir.
ANÉCDOTA FAMILIAR
Ramírez de Miura relata que, en una ocasión, su esposo y su hijo asistieron a una emergencia en donde había una fuga en un tanquero de gas. Cuando su esposo llegó a la estación de gas encontró a su hijo al lado del camión tanquero y le dijo: “Tú eres loco, no te puedes arriesgar así”.
La coronela comenta que precisamente el dedicarse los tres a la misma labor es lo que los ha llevado a cuidarse de esa forma. “El estar todos metidos en el Cuerpo de Bomberos nos hacía amarnos, cuidarnos y apreciarnos más unos a otros y en la casa nos poníamos a analizar la situación que habíamos vivido en ese día. Es decir, lo que pudimos hacer mejor y cómo se deben de hacer las cosas siempre pensando en mejorar el cuerpo”, sostiene Ramírez de Miura.
La coronela cuenta que muchas veces se han encontrado en catástrofes todos los miembros de su familia, y expone que a veces ni siquiera llegan en el mismo camión, sino que es a través de transportes diferentes que hacen sus entradas.
“Mientras estábamos en el fuego de Sederías California, mi hijo se encontraba en el techo y de un momento a otro el techo se desplomó”, narra la coronela. Ese día no perdió a su vástago porque otro bombero haló la manguera que él sostenía. También estuvieron en peligro otros compañeros.
“Por suerte mi esposo iba por el tercer escalón y se pudo lanzar hasta el piso, así en un solo día estuve a punto de perder a mis dos seres amados”, detalla la bombera.
Pese a los momentos difíciles que ha tenido que vivir en el cuerpo de socorro, afirma que nunca ha sentido miedo, pero sí la pena de no poder hacer más por las personas que estuvieron en los siniestros en los que ella ha trabajado.
“Cuando tú estás en un fuego, tú lo que quieres es echar para adentro y hacer tu trabajo, aunque a veces el instinto de madre y de mujer nos hace dudar sobre las decisiones que tomamos”, agrega.
Impotencia, desesperación y lágrimas no han faltado en su ambiente laboral. “Lo peor es ver la cara de esos muchachitos que no saben qué hacer porque no encuentran a su papá y a su mamá, y uno tiene que hacerse cargo de ellos y decirles que sus padres ya no están en este mundo”, puntualiza.
La coronela dice que esta institución, a la que entró cuando tenía 31 años, ha abierto sus puertas aún más a las mujeres y a las madres que deseen ingresar al organismo. En el tiempo en que ella se inició había discriminación hacía ellas. Hoy considera que lo más difícil de ser bombera, madre, esposa y empresaria es no tener el tiempo suficiente para dedicárselo a su familia.
Ver también: Vida de bomberas: “Mami, encomiéndate a Dios para que Él te cuide”
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