Uvalde (Estados Unidos).- Policías e investigadores continúan trabajando en la escena de un tiroteo masivo en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas, EE. UU.. Según el gobernador de Texas, Greg Abbott, en al menos 18 niños y dos adultos murieron en el tiroteo. El pistolero de dieciocho años fue asesinado por los oficiales que respondieron. (Estados Unidos) EFE/EPA/AARON M. SPRECHER
ELMUNDO.ES.- De 18 años y estudiante de secundaria de la misma escuela, ha matado al menos a 19 niños y a dos profesores: antes de salir de casa también disparó a su abuela. El asesino de al menos 19 niños y dos adultos en una escuela infantil de Texas es un joven de 18 años.
Su nombre era Salvador Ramos y era antiguo alumno de la misma escuela, a la que volvió con dos rifles y, en el objetivo, niños de entre 7 y 10 años. Todavía se sabe poco sobre él, pero la policía sí ha distribuido una foto: cabello largo azabache, mirada fija. La piel con signos de algunas impurezas adolescentes. El rostro de un niño pequeño que está a punto de convertirse en hombre.
Y luego otra pista: su cuenta de Instagram. En una imagen, publicada cuatro días antes del ataque a la escuela, se pueden ver dos escopetas semiautomáticas con el cargador enganchado. El pistolero compró sus armas inmediatamente después de cumplir 18 años el pasado 16 de mayo, ha informado un senador del Estado de Texas.
También un extracto de un diálogo que una joven publicó ayer, minutos después de enterarse de la masacre de la Escuela Primaria Robb. La conversación comenzó el pasado jueves, y no se conocían.
El viernes pasado, Salvador compartió una foto de dos rifles con esta chica. «¿Qué tienen que ver tus armas conmigo?», preguntó ella, a lo que él respondió con un críptico: «Estoy a punto de hacerlo. Te lo diré antes de las 11. Hay un secretillo que me gustaría contarte».
El tiroteo tuvo lugar poco después de esa hora.
Ella nunca contestó. El último mensaje de Ramos data de las 9.16 horas: «Voy a ello». La joven recuerda ahora: «La única razón por la que le respondí fue porque me asustó. Ahora me pesa no haberme quedado despierta hablando con él para tratar de evitar este crimen».
Dependerá de los investigadores juntar las piezas de una personalidad obviamente obsesionada con las armas, con los cargadores, en última instancia, con la violencia. Quizá una personalidad perturbada con problemas mentales, o quizá sólo intoxicada por los venenos de nuestro tiempo, por las teorías de la conspiración que fluyen imperturbables en las redes sociales.
VÍCTIMA DE ‘BULLYING’ PORQUE TARTAMUDEABA Y CECEABA
El tirador de Texas sufrió bullying de niño porque tenía dificultades para hablar y por la situación económica de su familia
Salvador Ramos era un joven solitario que sufrió acoso escolar cuando era niño porque tenía dificultades en el habla y por la complicada situación financiera de su familia, según publican medios estadounidenses como el Washington Post y la CNN tras hablar con amigos y compañeros de clase del asesino.
Santos Valdez Jr. ha asegurado al Washington Post que Salvador y él eran amigos hasta que «su comportamiento empezó a deteriorarse». Asegura que un día apareció con la cara llena de cortes: «Me dijo que se había cortado la cara con cuchillos una y otra vez por diversión».
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Durante la educación secundaria, sufrió acoso escolar porque tartamudeaba y ceceaba al hablar, según han comentado varios amigos y familiares. Además, Ramos faltaba a la escuela secundaria durante largos periodos de tiempo, por lo que no iba a graduarse este año con sus compañeros.
DISPARÓ A SU ABUELA ANTES DE SALIR DE CASA
Desafortunadamente, este es un perfil demasiado común en un país donde las redes de prevención y asistencia a personas en dificultad son prácticamente inexistentes. Todavía no tenemos elementos para entender si Salvador quería «castigar» a la comunidad de latinos, inmigrantes, de la que quizás, a juzgar por el apellido, también formaba parte.
También deja algunas pistas su vida familiar. Antes de salir a su loca misión, Salvador disparó a su abuela para matarla. La mujer de 66 años se encuentra ingresada en un hospital de San Antonio: aún no se tiene información precisa sobre su estado.
El chico probablemente tenía un plan. Tal vez la abuela averiguó sus intenciones. Tal vez lo vio salir con las armas. Salvador subió al coche con desconcertante frialdad. Condujo hasta su antigua escuela primaria. Una cámara de seguridad lo capta cuando está a punto de entrar en el edificio. Está vestido de negro. Parece querer ocultar su rostro con la capucha de una sudadera.
La imagen, que circula en las redes sociales, es granulada, pero parece vislumbrarse una metralleta semiautomática. El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha explicado que el asesino «portaba una pistola y posiblemente un rifle». Pero algo está claro: ésta es otra masacre estudiada con atenlación, premeditada. Un chico de dieciocho años se convierte en un asesino, listo para entregar además su vida. Salvador mató a 19 niños y dos adultos antes de caer abatido por la policía.
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