“Hay unos poderes fuertes en la Policía, muy grandes, pero yo no me voy a detener por eso, ni voy a dejar de hablar por eso, ni tengo miedo para hablar”, quien se expresa tan confiado es Marino Muñoz, padre de Elisa Muñoz, quien murió en marzo de 2021 en Villa Altagracia atacada a tiros junto a su esposo por policías.
Muñoz no deja de preguntarse por qué a quien acusan de orquestar todo, violando los protocolos de la institución, era parte del cuerpo del orden, como coronel y encargado del Departamento Policial de Villa Altagracia, cuando tiene antecedentes de faltas en la Policía Nacional.
“¿Por qué estaba en la institución (…) si robó, lo agarraron preso por llevarse la droga, tiene antecedentes penales viejo, por qué?”, inquiere.
El historial de vida policial del coronel César Maríñez Lora, al cual periodistas de este diario tuvieron acceso, no menciona ninguno de los actos que Marino Muñoz ha escuchado que le atribuyen al que antes de ser apresado comandaba un destacamento policial desde hacía aproximadamente cinco meses.
No obstante, puede que esos delitos estén ocultos bajo el motivo por el que fue castigado seis de 12 veces: “negligencia y falta de tacto en el desempeño de sus funciones”.
Las otras veces fue por faltar a sus responsabilidades e incumplir con reglas de la institución, tales como no haber contestado la radio de comunicaciones, faltar al servicio que tenía asignado, permitir o realizar llamadas al extranjero y ser sorprendido durmiendo en las oficinas de un destacamento.
Quien se licenciara como abogado en 2014, ingresó a las filas policiales el 1 de mayo de 1986 sin siquiera haber culminado la educación secundaria y fue en diciembre de ese año que obtuvo su primer castigo. El siguiente en la lista llama la atención. Data de 1997 y señala que fue castigado por 30 días, el máximo de tiempo que puede ser arrestado según la ley institucional que rige a la Policía Nacional, luego de haber sido negligente cuando se desempeñaba como comandante en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD). Aunque no están registrados los cargos que desempeñó, en ese año fue trasladado dos veces antes de ser designado como comandante del Destacamento de Matanzas, Baní.
Tras su regreso a trabajar con narcóticos, en noviembre de 2010 recibió un encomio o carta de reconocimiento “por su excelente labor capturando 223.8 gramos de droga”.
No obstante, fue luego de comportarse negligentemente en cinco ocasiones cuando lo suspenden por primera vez en 2012, mientras ocupaba un cargo dentro de Investigaciones Criminales, pero los registros de la Dirección Central de Recursos Humanos de la Policía Nacional no recogen cuál fue el detonante que llevó a esa suspensión y tampoco el tiempo que estuvo en esta condición.
Sin embargo, en el historial de cargos, se señala que un mes después había sido trasladado y designado a la Dirección Nacional de Seguridad Preventiva.
Entrevista al coronel Mariñez
Cuando ocurrió el suceso en Villa Altagracia, en entrevista con miembros de Asuntos Internos de la Policía Nacional, Maríñez dijo que nunca ha sido sometido a la justicia o algún tribunal de justicia policial, en 34 años que tiene en las filas de la Policía Nacional y pese a las faltas señaladas.
Aunque luego dijo que, por asuntos policiales, ha sido entrevistado en anteriores ocasiones por la Dirección de Asuntos Internos. Pero no señaló cuántas veces.
Mientras, Muñoz atribuye la permanencia de Maríñez en el cuerpo del orden al sistema que, hasta donde conoce, consiste en el traslado a otra provincia cuando alguno de los altos rangos comete un delito.
Traslados del coronel Mariñez
La hoja de Maríñez reporta casi 40 traslados que, junto a las designaciones, ascienden a un total de 77 movimientos de dependencias y áreas. Los años 2008 y 2018 son los que más presentan con 7 cada uno y hasta entre 2 y 4 traslados en un mismo mes de esos años.
La narrativa
El padre de Elisa agradece a Dios que los acompañantes de su hija y yerno hayan permanecido vivos pese a que el vehículo recibió 33 impactos de bala. Tanto Claudio Ramírez Lamais como Carlos Pérez Báez, el primero resultó herido y el segundo quedó ileso de milagro, vivieron para contarlo. De no ser así, creen que la narrativa de los agentes fuera otra.
Las investigaciones de los fiscales establecen que el coronel destruyó parte de la escena del crimen para decir que el asesinato de los pastores en Villa Altagracia había sido el resultado de un intercambio de disparos y de una confusión de los agentes actuantes.
Las acusaciones contra el coronel incluyen haber ordenado a una parte de sus agentes llevar la camioneta de la Policía Nacional usada en el operativo hasta orillas del río La Represa, en el kilómetro 40 de la Autopista Duarte, para hacerle dos disparos y así simular el supuesto intercambio de disparos.
Asimismo, los fiscales afirman que el coronel Maríñez eligió quiénes eran los policías que se iban a procesar por el hecho.
Sentimientos de inseguridad
Al acabar las audiencias es casi imposible conversar con las familias de las víctimas debido a la premura con la que se retiran del lugar. La justificación a esa actitud está en la inseguridad que sienten los parientes de Elisa y Joel cuando están, no tan solo en Villa Altagracia, sino en toda la provincia San Cristóbal.
“Yo no me siento seguro en San Cristóbal, eso es terreno de Maríñez”, dice don Marino mientras Emérita Marte, madre de Elisa, agrega que hay oficiales quienes le hacen el saludo a Maríñez cuando el coronel es trasladado a la sala de audiencias.
En llamadas interceptadas por el Ministerio Público mientras se conocía la medida de coerción el año pasado, un testigo de la fiscalía le contó a sus padres que por su participación en el caso iba a tener que mudarse hasta otra provincia, por temor a represalias.
Y al principio del caso, Muñoz Concepción buscó a personas que sirvieran de seguridad para él y su familia, para que sus espaldas fueran custodiadas porque entre los parientes y allegados de los acusados había quienes estaban con puñales y armas, además de miradas y actitudes que buscaban intimidarles.
Incluso, un agente en una de las primeras audiencias le dijo a la esposa de Marino que lo sucedido no era nada más que una confusión de los agentes, “como que no pasó nada”.
Mientras que en sus traslados hasta las audiencias los implicados van escoltados, Marino se pregunta quién los protege a ellos de los allegados y contactos de los agentes apresados.
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