El gran Freddy Beras Goico, minutos antes de morir, le pidió a sus hijos y nietos que lo recordaran con alegría, como siempre vivió. Ésa fue su última petición en ese momento de lucidez que tiende a acompañar a las personas antes de morir y que los médicos no se pueden explicar, según cuenta el médico José Joaquín Puello.
Puello narró en El Gobierno de la Mañana cómo se forjó una entrañable amistad entre ambos, al punto que antes del deceso, “Freddy” le preguntó a su esposa: ¿Y José Joaquín? ¿Ya viene a verme? Pero el médico no pudo verlo en ese momento, sino antes cuando estuvo interno en el Cedimat, luego partió a Nueva York, al Mount Sinaí Medical Center.
“Yo salí de Cedimat con la certeza de que veía al amigo por última vez, sabía que era cuestión de horas que muriera”. En esa ocasión lo vio un poco desorientado por momentos, aunque alegre, y se durmió, “lo que me hizo ver a mi, por la experiencia que he acumulado como médico, que ya él comenzaba a transitar el último tramo de su vida”.
Por eso dice no le sorprendió su muerte cuando lo llamaron de Nueva York el jueves 18 a primeras horas de la mañana para informárselo.
A Freddy Beras le fue diagnosticado cáncer de páncreas en el 2008 y fue operado en aquella ocasión y tratado con quimioterapia. Se recuperó y retornó a su espacio de televisión Con Freddy & Punto con un nuevo amor y visión de la vida: Jesús.
José Joaquín Puello dijo en el programa de radio que fue precisamente la quimioterapia lo que afectó su sistema inmune, por lo que una bacteria lo afectó de manera fatal sin que su organismo tuviera los suficientes anticuerpos para atacarla.
Recomendó a todas las personas hacerse los chequeos rutinarios para detectar cualquier enfermedad, en especial el cáncer, que es la tercera causa de muerte en el mundo. “Ahora tenemos medios diagnósticos y rápidos, en 5 minutos se hace una tomografía de alta resolución con lo que se puede detectar cualquier cáncer en su etapa precoz”.
Fue un gran filántropo
José Joaquín Puello confesó que las ayudas de Freddy a todo el que lo abordaba iban más allá de las que se veían a través de los programas que produjo, en especial en El Gordo de la Semana (espacio que produjo y condujo por unos 30 años), sino que vivía haciendo el bien sin vanagloriarse de ello.
“Freddy, durante muchos años, ayudó a mucha gente, no solamente lo que ustedes veían en la televisión, lo que él pedía, los niños que él llevó a operar a Estados Unidos, todas esas cosas que Freddy hacía, no. Era más que eso, todos los días me llamaba para que yo operara a un amigo, la doméstica de su casa, el hijo de un policía, gente que iba a su casa o a su oficina buscando ayuda médica, y esa fue una relación que mantuvimos por muchos años”.
Una relación médico-amigo, que el especialista en neurocirugía mantuvo “felizmente”, según su propio relato.
Ese mismo vínculo fue lo que los llevó a ser grandes amigos, a veranear juntos, “Eran noches increíbles, de películas, chistes”, y hasta a convertir al médico en el primer escucha de sus chistes:
“Durante el día yo operando, y Freddy me llamaba, cuando tenía un chiste nuevo para hacérmelo y hacerme reír en la sala de operaciones”
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