“Yo no me siento bien aquí, porque después llueve y se moja todo esto. Quiero estar en un aula más cómoda”, expresa Danairis Lucero, una niña de siete años que cursa el segundo grado en la escuela La Altagracia, del sector Katanga, de Los Mina, donde lleva varias semanas recibiendo clases en un pasillo, a la intemperie.
Y es que en ese plantel, alumnos y profesores de cuatro cursos tuvieron que abandonar las aulas, debido a que los temblores ocurridos en los últimos días agrietaron las paredes de concreto, donde recibían clases los estudiantes del segundo y cuarto curso, en la mañana, y de octavo A y B, en la tarde.
Ante el anuncio hecho por el Ministerio de Educación, de que el plantel será demolido, profesores, estudiantes y la asociación de padres y amigos de la escuela piden la reubicación inmediata de los 700 estudiantes que alberga ese centro, para garantizar que no pierdan el año escolar.
Están de acuerdo con la demolición del plantel, pero demandan se les construya una con mayor capacidad, ya que la actual no está en condiciones de satisfacer la demanda escolar del sector, provocando que muchos muchachos se queden sin la enseñanza.
La población educativa del sector Katanga, en Los Mina, se encuentra atemorizada, por el deterioro de la planta física de la escuela. Allí los padres están preocupados. Los profesores dicen que están trabajando bajo tensión y sin condiciones apropiadas para impartir docencia.
“Estoy bastante ronca, estoy enferma de la garganta”, dice la profesora de segundo grado, Belkis Matos, quien desde hace dos semanas imparte clases a 32 niños en el pasillo ubicado en el medio de los dos edificios de aulas que tiene la escuela, que no permite la concentración de ella ni de los estudiantes.
Antes de anunciar públicamente que el edificio que aloja la escuela será demolido, el Ministerio de Educación ya les había informado la decisión a las autoridades de la escuela mediante circular. Sin embargo, profesores, estudiantes y padres, desconocen a dónde serán llevados. Los profesores están dispuestos a ir a impartir docencia a cualquier lugar con tal de que se construya un nuevo centro educativo.
Los educadores se reunirán con la comunidad para identificar lugares donde podría funcionar la escuela. “Estamos dispuestos a terminar aunque sea debajo de un árbol”, afirmó Mildred Maritza de Jesús, profesora de cuarto grado y representante de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), quien actualmente también da clases en un pasillo a 45 estudiantes.
De sus 29 años de ejercicio magisterial, De Jesús lleva 23 impartiendo docencia en la escuela de Katanga y no quisiera jubilarse dejando ese problema en su comunidad.
PREOCUPACIÓN DE LOS PADRES
“En cada temblor se agrava más la situación, la escuela se sacude más, se abre”, señala Georgina Elena Rodríguez, secretaria de la Asociación de Padres y Amigos de la escuela. Máximo Enrique Trinidad Sena, miembro de la Asociación de Padres de la Escuela, expresó que tienen temor de que un nuevo sismo destruya el plantel en un momento en que se esté impartiendo docencia. “Estamos aquí los padres porque la escuela es de todos”, expresa Trinidad Sena, quien se encontraba ayer en la escuela dándole apoyo.
“En cada temblor se agrava más la situación, la escuela se sacude más, se abre”, señala Georgina Elena Rodríguez, secretaria de la Asociación de Padres y Amigos de la escuela. Máximo Enrique Trinidad Sena, miembro de la Asociación de Padres de la Escuela, expresó que tienen temor de que un nuevo sismo destruya el plantel en un momento en que se esté impartiendo docencia. “Estamos aquí los padres porque la escuela es de todos”, expresa Trinidad Sena, quien se encontraba ayer en la escuela dándole apoyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario