Nadine Heredia, la esposa del presidente peruano, Ollanta Humala, no hace honor al dicho "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer": la primera dama de Perú está delante de su marido en popularidad desde hace tiempo.
Heredia, de 35 años y madre de tres hijos, cuenta con un 59 % de aprobación, cuatro puntos más que el presidente, según una reciente encuesta que no es la primera que muestra esa ventaja de la primera dama desde que Humala asumió la Presidencia en julio de 2011.
El respaldo a la esposa de Humala, que lo mismo aparece con su marido en una alocución televisada por el día de la mujer que promocionando la anchoveta (anchoa peruana, Engraulis Ringens) en un restaurante, solo bajó un punto respecto a febrero, mientras que Humala perdió tres, según la empresa Datum.
El caso de Nadine Heredia no es tan raro en América Latina, donde ha habido antes muchas primeras damas con poder y gancho popular.
Más de 50 años antes que Humala, el entonces presidente argentino, Juan Domingo Perón, se benefició de la enorme popularidad de su segunda esposa, Eva Duarte, "Evita", a la que las clases populares veían como una santa y la mitificaron aun más después de su dolorosa muerte a los 33 años.
La mujer con la que Perón se casó años después de enviudar de la "abanderada de los humildes", Isabel Martínez, le sucedió a él en la Presidencia de Argentina, pues era vicepresidenta cuando él murió en 1974 y así lo establecía la Constitución.
La también argentina Cristina Fernández, que el pasado diciembre asumió su segundo mandato presidencial, ya era una dirigente política con peso propio cuando su esposo, Néstor Kirchner, del que enviudó en 2010, llegó a la presidencia en 2003 y lo siguió aquilatando como primera dama.
En julio de 2007, Kirchner decidió que fuera ella -la "pingüina", dijo- la que compitiera en las elecciones presidenciales de octubre de ese año, a pesar de que Fernández tenía una intención de voto del 46 al 48 %, ligeramente inferior a la suya.
Cristina ganó en primera vuelta con un casi un 46 % de los votos.
Los Kirchner funcionaron desde 2003 hasta la muerte de Néstor, cuando ya no era presidente sino "primer caballero", como un verdadero "matrimonio presidencial", un poder bicéfalo que les granjeó no pocas críticas de la oposición.
El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, que en 2011 ganó un tercer mandato en las urnas de manera muy cuestionada, ha delegado el 50 % del poder en su esposa, Rosario Murillo, que ejerce como primera dama y portavoz del gobierno y en la práctica hace el papel de ministra de la Presidencia.
El expresidente mexicano Vicente Fox también se repartió el poder con su esposa, Marta Sahagún, según ha reconocido esta semana en una entrevista con Milenio Televisión.
"Las mujeres hoy tienen mucho más visión que los hombres y han mandado siempre", señaló Fox, quien indicó que funcionaron como una pareja presidencial y que ella no tomaba decisiones pero "ayudaba" en las reflexiones.
El expresidente confirmó así lo que muchos decían en México durante su presidencia (2000-2006).
La actual primera dama mexicana, la abogada Margarita Zavala, no tiene un papel predominante en la política mexicana y la mayoría de las veces cumple con sus actividades oficiales como acompañante del jefe de Estado, Felipe Calderón.
María Clemencia Rodríguez, esposa del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se dedica sobre todo a actividades sociales, al igual que Rosa Elena Bonilla, esposa del presidente de Honduras, Porfirio Lobo, Cecilia Morel, esposa de Sebastián Piñera, de Chile, y Rosa Leal, esposa de Otto Pérez, de Guatemala.
La primera dama de El Salvador, la brasileña Vanda Pignato, se desempeña también como secretaria de Inclusión Social y se ha destacado por el programa Ciudad Mujer, reconocido internacionalmente.
La esposa de Rafael Correa, la belga Anne Malherbe, no tiene ningún cargo en el Gobierno de Ecuador. Trabaja como profesora en un colegio y mantiene su vida privada lo más reservada posible.
La uruguaya Lucía Topolansky es un caso más parecido al de Cristina Kirchner.
Además de ser su esposa, siempre ha sido una compañera de militancia del presidente José Mujica, sobre el que se considera que tiene una influencia importante, y es vista como uno de los máximos referentes del gobernante Frente Amplio.
Gracias a haber sido la senadora más votada en las elecciones de 2009 fue durante unos días de 2010 la primera presidenta del país, aunque de forma interina, porque tanto Mujica como el vicepresidente Danilo Astori estaban en el extranjero.
Margarita Cedeño, la primera dama dominicana, es la compañera de fórmula de Danilo Medina, candidato presidencial del oficialismo para las elecciones de mayo, de las que surgirá el sucesor de su esposo en la Presidencia, Leonel Fernández.
Ocupa esa posición precisamente por la popularidad de la que goza en amplios sectores de la población por su labor al frente del Despacho de la Primera Dama, donde maneja un alto presupuesto.
En Costa Rica el esposo de la presidenta Laura Chinchilla, el abogado español José María Rico, mantiene un perfil bajo y no trabaja oficialmente para el Gobierno, pero es uno de los principales asesores de su esposa en materia de seguridad.
Un caso que dio mucho que hablar fue el de Sandra Torres, que siempre fue vista como el poder detrás del trono cuando su hoy exesposo, Álvaro Colom, era presidente.
Torres quiso suceder en la Presidencia a Colom, que no podía presentarse a la reelección, y se divorció de él en 2011 para salvar un impedimento legal, pero ni siquiera así logró su propósito.
En Bolivia, Venezuela, Paraguay, Brasil y Cuba no van a tener problemas con los/las cónyuges del jefe del Estado porque no tienen.
La brasileña Dilma Rousseff es divorciada, lo mismo que el venezolano Hugo Chávez, y el boliviano Evo Morales y el paraguayo Fernando Lugo, exobispo católico, son padres solteros.
El presidente cubano, Raúl Castro, enviudó en 2007 de su compañera desde la revolución, Vilma Espín Guillois, que fue miembro del Buró Político del Partido Comunista y presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. DE EFE
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