La bachata es un género musical nacido en la marginalidad. En ese sentido sus letras son coherentes y reflejan ese universo de carencias y penalidades que viven sus protagonistas.
Una pobreza que muchas veces fue también la causante del rechazo al enamorado más ardiente. Esto, aderazado con el ingrediente del alcohol y la barra, resultaba el ambiente recreado por este género, que hace 50 años empezó una expansión cuyas dimensiones aún están por determinarse.
Este género tuvo un inicio en el que tuvieron una participación estelar artistas como José Manuel Calderón, Rafael Encarnación y Luis Segura, quienes lanzaron piezas con unas letras que necesariamente se correspondían con el entorno descrito anteriormente.
Es lo que opinan la licenciada en música Rossy Díaz, y el sociólogo Dagoberto Tejeda. Ambos entienden que el momento político y social fue también determinante en el auge que tomó este género musical, al inicio de la década 60 del siglo pasado.
“La bachata representa la transición de la sociedad dominicana hacia la posmodernidad”, entiende Díaz, y que es a la caída de la dictadura trujillista cuando este estilo encuentra la libertad para trascender.
Según ambos profesionales, esto sucedió como consecuencia de la llegada a Santo Domingo de personas de espacios campesinos, quienes vinieron a convertirse en los principales consumidores del género.
En ese sentido llegan a la luz artistas de la marginalidad que de otra manera no hubieran podido llegar a ser conocidos.
Éstos empezarán a dar forma a los tópicos que abordarán las canciones y que determinarán las características del género, en cuanto a la lírica.
“Tiene su propia temática que es el amor y desamor, encuentro, desencuentro; todas las situaciones existenciales de los barrios”, aporta Tejeda, quien entiende que los temas son coherentes con el espacio en el que son disfrutadas.
Díaz, autora del libro “Rumbas barriales”, añade a esto el desarraigo, estado espiritual y económico del hombre campesino, quien es el centro del hogar, en una cultura machista.
DICTADURA Y LIBERTAD
Según escribe Euri Cabral en su libro “El merengue y la bachata: orígenes, etapas y líderes”, intelectuales del régimen de Rafael Leonidas Trujillo, especialmente Ramón Emilio Jiménez eran sus principales detractores.
“Condenando su esencia popular y lo que ello representaba como expresión de los peores valores de la sociedad”, externa Cabral en el mencionado texto, al referirse a la opinión que tenía Jiménez de la bachata.
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