“La gente ya casi no viene, oye, yo diera la vida por volver a donde estábamos”, estas fueron las palabras de Manuel Ramírez, un comerciante que se ha pasado “toda la vida” vendiendo ropa los domingos en el Mercado de las Pulgas.
Manuel es uno de los más de 1,000 vendedores que aún se aferran a las esperanzas de recuperar clientela en la pulga temporal que funciona, desde el 13 de diciembre de 2021, en parte de los parqueos de los Mercados Dominicanos de Abasto Agropecuario (Mercadom) en el kilómetro 22 de la Autopista Duarte.
Sin embargo, atraer a los consumidores asiduos que tenían en el kilómetro 12 de Haina es un objetivo que aún no han podido alcanzar, a raíz de las dificultades de vendedores y compradores en materia de transporte público, seguridad vial y promoción, a pesar de que en la zona ya tienen más de un año.
Transporte público
El vendedor, quien dijo que se levanta todos los domingos a las tres de la madrugada para comenzar las ventas a las 4:00 de la mañana, indicó que como no se ha podido definir la ubicación que se convertiría en su “casa comercial fija”, por lo menos deberían incorporar más autobuses.
“Ellos (refiriéndose al gobierno) prometieron ocho guaguas más, pero siguen las mismas”, manifestó, al tiempo de resaltar que si añaden más unidades de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), mejoraría la frecuencia y cantidad de visitas.
“Es que hay algunos que no quieren venir porque creen que después no encontrarán guagua para irse porque un taxi sale muy caro”, justificó Ramírez.
Sobre el particular, Carlos Fortuna, presidente de la Unión Nacional de Vendedores de Mercado de Pulgas (Unapulgas) señaló que la promesa de ampliar la cantidad de buses la hizo el ministro administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza, y aún esperan que la cumpla.
Precisamente, para los que siguen asistiendo al mercado a adquirir la variada gama de productos que se despliegan allí, la mayar dificultad es el transporte.
“Yo vengo, pero luego hay que esperar muchísimo a que pase una OMSA”, expresó Mireya Feliz, quien llegó al lugar desde Nigua.
Respecto a la Seguridad vial y promoción, los negociantes consultados aseguraron que, por lo desolado de la zona, se propician accidentes de tránsito porque “un chofer lo que menos espera es encontrar gente caminando por aquí”.
CIFRAS
Pérdidas.
El traslado del mercado dominical ha significado importantes pérdidas económicas y una reducción drástica de los vendedores que por décadas han buscado el sustento propio y de sus familias con este tipo de negocios. De acuerdo con el presidente de Unapulgas, la matrícula de vendedores se redujo de 4,000 a unos 1,200 comerciantes, mientras que el promedio de ventas descendió de 50,000 a 20,000 pesos.
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