Una veintena de presos de la cárcel de Tacumbú de Paraguay, la mayor del país, iniciaron una huelga de hambre y varios de ellos se cosieron la boca con alambres para llamar la atención de las autoridades sobre sus procesos judiciales, revelaron este martes los reos.
"Es doloroso, ya no puedo caminar, pero esta es una forma de protesta para que nos hagan caso", declaró a la AFP Lorenzo Díaz (31) en su silla de ruedas mientras mostraba enormes rústicos clavos metálicos que atravesaban sus manos, junto a otros compañeros de prisión en la misma situación.
"Estoy aquí porque fui acusado de robo y ya tendría que estar en libertad", dice Lorenzo al señalar haber cumplido su condena y que le corresponde la libertad.
"Sufrimos un castigo complementario y queremos que los jueces atiendan nuestros casos", dice a su vez el reo Claudio Cáceres con clavos que le atraviesan las manos y alambres en los labios, al igual que Felipe, Ramón y Francisco, sus compañeros de prisión y de causa.
"Estamos dispuestos a morir, queremos nuestra libertad", expresa Claudio al asegurar que él y los demás reos solamente toman agua con unos finos canutos porque "ya no comemos nada".
"Beben agua, se les da caramelos y todos son atendidos por médicos" de la institución, dice por su parte Hernán Bogarín, funcionario de la mayor cárcel paraguaya diseñada para 1.200 internos pero que en la actualidad cuenta con 3.900 reos.
"El problema es con la justicia", manifiesta el responsable carcelario al indicar que la protesta de los reos obligó a defensores públicos y jueces locales a realizar un relevamiento de datos de los internos a fin de atender los reclamos planteados.
En Paraguay "la morosidad judicial constituye un problema de nunca acabar", sostiene por su parte Rafael Martínez, un abogado penalista que diariamente transita por los pasillos y juzgados del Palacio de Justicia de la capital paraguaya.
Según el letrado, el sistema penal guaraní aumenta la lentitud de los procesos y "hasta puede generar motines" en las cárceles de Paraguay.
La protesta de los reos que se torturan para hacer sus reclamos genera preocupación entre los jueces y exige prioridades para quienes toman esas extremas determinaciones, nos confiesa por su parte un funcionario de la Corte Suprema de Justicia que prefiere el anonimato.
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