John F. Kennedy, de cuyo asesinato se cumplen mañana 50 años, fue el presidente más joven de los Estados Unidos, pero detrás de su imagen saludable y llena de energía se escondía un hombre enfermo, aquejado de muchos males que le hacían dependiente de los fármacos, según su historial clínico.
Quizás el más conocido de sus problemas médicos fueran sus terribles dolores de espalda, que le obligaba a llevar un corsé y a tomar fuertes analgésicos y que se atribuían a las heridas que sufrió cuando se hundió su lancha torpedera PT109, arrollada por un destructor japonés durante la II Guerra Mundial en aguas del Pacífico en agosto de 1943.
Kennedy y los demás supervivientes de la tripulación de la patrullera que él comandaba aguantaron seis días alimentándose de cocos en una isla cercana hasta que fueron rescatados, y el episodio pasó a ser una página gloriosa en la carrera del que iba a ser elegido presidente de los Estados Unidos a los 43 años de edad en 1960.
Pero los dolores de espalda causados por la osteoporosis en tres vertebras fracturadas eran sólo la punta del iceberg de una salud frágil, según revelaron los informes médicos de la Casa Blanca hechos públicos casi cuarenta años después del asesinato de Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas.
Desde muy joven Kennedy padecía la enfermedad de Addison, un raro desorden endocrino que destruye las glándulas suprarrenales y causa síntomas como fatiga, anorexia, náuseas, pérdida de peso, hipoglucemia, hipotensión y pigmentación de la piel y las mucosas.
Y más adelante, cuando ya era senador, le fue diagnosticado hipotiroidismo, una disfunción de la glándula tiroidea que provoca depresión y somnolencia entre otros síntomas.
Según un artículo de 2009 del médico de la Marina estadounidense Lee Mandel, reeditado en la última edición de la revista Annals of Internal Medicine con motivo de la efeméride de este viernes, la coincidencia de ambos males se da en una enfermedad denominada síndrome poliendocrino autoinmune tipo 2 (SPA2).
En una época en la que no existía la presión mediática de hoy, esta información no llegó al público, pero Kennedy protagonizó varios episodios en los que se evidenció su mal estado de salud.
En su libro "In search for JFK" de 1976, Joan y Clay Blair relatan cómo Kennedy se desmayó durante una visita a Inglaterra en septiembre de 1947 cuando era congresista por Massachusetts.
El médico que le atendió, Sir Daniel Davis, le diagnosticó una crisis suprarrenal y comentó a una amiga del senador: "A ese joven amigo americano suyo le queda menos de un año de vida", escribió el matrimonio Blair.
Cuando Kennedy anunció su candidatura al Congreso en 1945, pesaba sólo 68 kilos para una estatura de 1,83 metros y según los archivos médicos fue hospitalizado por problemas de espalda e intestinales en al menos nueve ocasiones entre 1955 y 1957.
La doctora Janet Travell, responsable de gran parte del historial médico de Kennedy, menciona la toma diaria de ocho medicamentos distintos en octubre de 1961, entre ellos varios esteroides, testosterona y hormona tiroidea.
Kennedy también consumía codeína y metadona para el dolor, ansiolíticos y pastillas para dormir.
El historiador Robert Dallek, autor de una biografía titulada "Una vida inacabada: John F. Kennedy, 1917-1963", habla en un artículo publicado en 2002 en la revista "The Atlantic" del "callado estoicismo de un hombre que lucha para soportar un dolor y una angustia extraordinarios".DE EFE
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