Naciones Unidas, 14 septiembre (EFE).- El jefe de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (Minustah), Edmond Mulet, afirma que el país antillano afronta las decisivas elecciones del próximo noviembre en la mejor situación de seguridad de su convulsa historia reciente.
"Yo creo que nunca antes habíamos tenido en Haití un nivel de seguridad como el que tenemos en este momento", dijo en una entrevista con Efe el diplomático guatemalteco, que hoy regresó a Haití tras comparecer el lunes ante el Consejo de Seguridad del organismo.
Mulet aseguró que el país afronta con calma los comicios presidenciales y legislativos del próximo 28 de noviembre, de los que saldrán los líderes encargados de conducir la reconstrucción del país tras el terremoto del pasado 12 de enero.
El refuerzo del contingente militar y policial de la Minustah en los últimos meses, además del fortalecimiento de la Policía haitiana, han permitido mantener la situación en el país bajo control, explicó.
Al mismo tiempo, señaló que han detectado un repunte de la actividad de las organizaciones de narcotráfico y del tráfico de armas, e incluso un intento de las mafias de infiltrar la política.
"Podrían estar financiando campañas electorales a diferentes niveles, y sabemos cuán difícil es extraer luego del sistema este tipo de influencias", señaló.
Ocho meses después del sismo, Mulet considera que la respuesta inicial del Gobierno y la comunidad internacional fue "bastante efectiva" dadas las circunstancias.
En cambio, admitió que hay "un retraso" en los esfuerzos por acelerar la reconstrucciónque atribuyó a la magnitud de los daños, la pobreza del país y la lentitud con que llega la financiación internacional.
Más de 1,3 millones de personas viven repartidas en 1.300 campamentos improvisados en plazas, avenidas y parques de Puerto Príncipe.
"Hay que recordar que la situación en Haití antes del terremoto ya era muy precaria y muy complicada, ya que muchos de los afectados por el terremoto vivían en unas condiciones casi inhumanas", señaló Mulet.
A esas personas, prosiguió, no se les puede pedir "que regresen a los barrancos de donde vienen".
"No sólo hay que dar respuesta a las víctimas del terremoto, sino a este gran problema social que existía antes. Y no se puede improvisar, porque no queremos reproducir esos barrios y esas favelas que existían antes. Queremos hacer las cosas bien", explicó.
Las nuevas viviendas para los desplazados deben construirse en terrenos seguros y cumplir el estándar internacional de contar con 36 metros cuadrados por inquilino, además de estar situadas en zonas con calles anchas y dotadas de infraestructura social, como escuelas o mercados.
"No hay duda de que Puerto Príncipe se va a extender, va a crecer a nuevas áreas", indicó.
Asimismo, recordó que los damnificados, que antes ya vivían en "condiciones infrahumanas", cuentan en los campamentos de desplazados con servicios mínimos como agua potable o atención médica, además de protección.
Mulet señaló que otra dificultad que afronta la reconstrucción es el ritmo de las tareas de desescombro, que todavía están lejos de concluirse.1
Según dijo, es muy complicado sacar los escombros de las zonas más densas y pobres de la capital, donde no existen calles y no cabe la maquinaria pesada que podría acelerar los trabajos.
Para el responsable de Minustah, también el Gobierno haitiano prefiere que la retirada de escombros sea más rudimentaria porque así se crea empleo en un país con una tasa de paro del 80%.
El sismo del pasado enero dejó 230.000 personas muertas, otras 300.572 heridas, y un 60% de las infraestructuras del Gobierno destruidas.
La comunidad internacional se comprometió el pasado 31 de marzo en una conferencia de donantes en Naciones Unidas a proporcionar 9.900 millones de dólares para la reconstrucción del país caribeño, pero hasta ahora sólo se ha recibido el 20% de la cantidad prometida para 2010, según el organismo mundial.
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