Cerca de tres centenares de personas han muerto en un incendio que arrasó anoche una fábrica de material textil en la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán, en uno de los peores siniestros de la historia del país surasiático.
Un responsable de Bomberos de Karachi, Zakir Husain, dijo a Efe avanzada la tarde que ya se habían contabilizado 280 cadáveres y que el número definitivo puede llegar a ser más alto.
En paralelo, la cadena local Express TV situó la cantidad en 289 personas muertas.
El desastre se declaró anoche en la sede de Ali Enterprise, un inmueble de cuatro pisos en el modesto barrio de Baldia Town, y el número de fallecidos empezó a crecer rápidamente desde que a primera hora del día se recuperaron los primeros cuerpos.
Un responsable de los equipos de rescate declaró a Geo que el siniestro ocurrió por un cortocircuito en un gran generador eléctrico ubicado cerca del acceso principal del edificio, que se convirtió en una trampa mortal para los trabajadores.
La mayoría de los cadáveres fueron rescatados del sótano y del cuarto piso de la fabrica.
Las ínfimas condiciones laborales y de seguridad en las que operan los miles de fábricas textiles del país sirvieron para convertir el incendio en una catástrofe.
Según diversos medios, en el inmueble, de unos 2.000 metros cuadrados de superficie, trabajaban hacinadas entre 1.500 y 2.000 personas, entre ellas varios menores, y no había prácticamente ninguna medida básica contra incendios.
Conforme al relato de los bomberos, el generador cortocircuitado sirvió de tapón para la salida de los trabajadores, muchos de los cuales estaban en un sótano al cual sólo se podía acceder por una pequeña puerta que quedó enseguida bloqueada.
La mayoría de obreros lograron huir antes de que el inmueble quedara totalmente envuelto por las llamas, y muchos lo hicieron saltando por las ventanas, por lo que los equipos sanitarios tuvieron que atender decenas de personas con piernas fracturadas.
Durante las labores de rescate una de las principales preocupaciones de los bomberos fue enfriar lo antes posible la estructura del inmueble, que sufrió importantes daños por el virulento fuego y amenazaba con derrumbarse.
Aunque no suelen alcanzar magnitudes como las de este incendio, los siniestros de este tipo son relativamente frecuentes en el país debido sobre todo a la precariedad con la que se trabaja en el sector textil, uno de los motores de la economía nacional.
Pakistán atraviesa además una grave crisis energética, con continuos cortes en el suministro eléctrico que obligan a los empresarios a depender de generadores de gasoil para no interrumpir la producción, lo cual aumenta los riesgos para los trabajadores.
Ayer, unas veinte personas murieron en la segunda ciudad del país, la oriental Lahore, en un suceso casi calcado al de Karachi tras la explosión de un generador en una fábrica de zapatos en la que trabajaban unos 45 empleados.
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