Las catarsis perredeístas del pasado jueves 1 de agosto tienen necesariamente que conducir a una inevitable disminución de las tensiones entre los bandos en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), toda vez que han consumado por su cuenta y en paz los propósitos inmediatos que perseguían: la celebración de una reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
Pero ello no significa que no surjan grandes interrogantes en el futuro inmediato si se considera que la celebración de dos CEN paralelos implica el inicio de una nueva etapa en la accidentada vida del PRD. Obviamente, hay que esperar una carrera por asegurarse las bases y con ellas los organismos. Todo va a depender de la capacidad de maniobra de los bandos en pugna.
Los encuentros recientes en el Coliseo Carlos –Teo- Cruz y el Club Los Prados dan señales de lo que podría ocurrir. Aunque los dos grupos convocaron convenciones, uno de los dos muestra mayor claridad en lo que podría ser un cronograma con ese objetivo. El otro actúa reactivamente y tendría que construirlo sobre la marcha.
El PRD institucional, como se le llama al sector que lidera Miguel Vargas Maldonado, tiene una extraordinaria ventaja, toda vez que ostenta la representación legal. El grupo contrario mejor representado por Hipólito Mejía, afronta esa dificultad. No es en sí mismo una organización con personalidad jurídica y por eso en su entorno se debate la posibilidad de gestionar una franquicia electoral.
Si bien lo lidera Mejía, los intereses son diversos o más amplios, según la perspectiva con que se vea. Bajo su sombrilla están Luis Rafael Abinader, Neney Cabrera asistido por Eligio Jáquez y Guido Gómez Mazara, que empieza a mostrar cierta equidistancia y punto de vista propio. No estuvo en ninguna de las sesiones del CEN. Y con Mejía también caminan gente con criterio muy propio como Enmanuel Esquea Guerrero y Milagros Ortiz Bosch.
Cuando llegue la hora de recorrer el camino hacia las elecciones del 2016, la institucionalidad podría tener mucho peso en la definición de la correlación de fuerzas, lo que para muchos puede ser útil para Vargas Maldonado, que ejerce un liderazgo único, como figura indiscutible de su sector. Y si bien ha hecho aproximaciones a otros sectores, ha sido sobre la base de concesiones, como determinadas concertaciones con fuerzas internas o externas con miras a las elecciones de 2016. Ya ha planteado la posibilidad de propiciar un frente electoral contra el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Hay que imaginar, que en un escenario como ese, la tendencia es que Vargas Maldonado mejore su posicionamiento. Recuérdese como salió del pasado proceso electoral, cuando fue señalado como el “Judas del PRD”, condenado a “muerte política”. Desde entonces lo que ha hecho es avanzar, al extremo de que ha ganado todas las batallas legales y consiguió celebrar su CEN en forma disciplinada, en el que proyectó la imagen de un PRD orgánico, apartado de la turbamulta de siempre.
Mientras emerge la estrella de Miguel, contrario a los tempranos vaticinios de Mejía, de que lo expulsaría inmediatamente después de las elecciones, pasó su mayor prueba después de los violentos acontecimientos del 27 de enero, cuando una turba irrumpió en la casa nacional y barrió una sesión del CEN.
En este nuevo período en que no caben más insultos y descalificaciones, sino hechos, cuando las fracciones se han reposicionado, lo lógico es que se precipite una carrera por los órganos y las masas perredeístas. Vargas desde su PRD ¿y los otros? Esa es una pregunta que sólo podrán responder los diferentes sectores bajo la sombra de Mejía, a quienes el juego se les ha complicado mientras a sus contrarios el camino se les hace más expedito.
Mientras las elecciones de 2016 parecen precipitarse, en mayo próximo a menos de dos años, cuando todas las candidaturas, nacionales, congresuales y municipales tendrán que ser indefectiblemente definidas, los perredeístas entran en un proceso de definición, quizás incierto, pero nuevo respecto a la noche anterior al pasado jueves, cuando surgieron “dos CEN” de una misma familia política.
Posible acuerdo
Aunque la realización de las sesiones paralelas el pasado jueves formaliza la división del PRD, tampoco se descarta del todo que se produzca un acuerdo entre el sector institucional y el disidente, que se traduzca en un proceso de reunificación.
Todavía hay dirigentes de ambos bandos que apuestan a un acercamiento, así como figuras externas dispuestas a mediar. Peggy Cabral, quien fue designada por Vargas como presidenta en funciones forma parte del grupo de dirigentes que ha buscado fórmulas de avenencia, sobre todo en los últimos intentos. Pero también Junior Santos, el nuevo secretario general, asumió un discurso conciliador al momento de asumir el cargo.
A lo externo del partido blanco, hay personalidades que mantienen disposición a mediar como el doctor José Joaquín Puello, el general retirado José Miguel Soto Jiménez y monseñor Agripino Núñez Collado.
Las diferencias en el PRD han sido tan profundas que lo que parecía más difícil era un acercamiento entre las partes, y eso, por lo menos, ya se ha logrado. Vargas y Mejía se han reunido en más de una ocasión en los últimos meses, y otras veces se han sentado a conversar representantes de ambos dirigentes. Esta misma semana los dos bandos estuvieron a punto de llegar a un acuerdo, el cual se cayó a última hora, como ha ocurrido antes.
Esta vez las negociaciones habrían fracasado por el tema de la amnistía a los dirigentes sancionados, así como anteriormente colapsaron por lo concerniente a la candidatura presidencial para el 2016.
Crisis extensa e intensa
La crisis postelectoral en el PRD se inició dos días después de las elecciones del pasado año, cuando Mejía se autoproclamó “líder de la oposición”, un pronunciamiento con el que desafiaba a las autoridades formales de la entidad política.
Posteriormente, acusó públicamente a Vargas de traición, y hasta intentó expulsarlo del partido, confiando en el respaldo que mantenía luego de su participación en un proceso en el que obtuvo un 47 por ciento de los votos.
A partir de ahí se inició una lucha que se ha librado en varios ámbitos, principalmente en el Tribunal Superior Electoral, escenario en el que Vargas ha salido ganancioso, lo que le ha permitido mantener el control del partido.
Mejía ha mantenido el respaldo de las figuras históricas, pero también de dirigentes que formaban parte del equipo de Vargas, incluyendo Orlando Jorge Mera, Andrés Bautista y Geanilda Vásquez, que llegaron de la mano del presidente del partido a los principales cargos directivos de la organización.
El escenario actual muestra a un Vargas consolidado en la dirección orgánica sin oponentes para la presidencia de la organización ni la candidatura presidencial para el 2016.
Mientras, el sector disidente, aunque lo encabeza Mejía es heterogéneo, y más bien luce como un frente “anti Miguel”. Como era de esperarse, las diferencias en ese grupo tan amplio y diverso han comenzado a aflorar, lo que, al parecer, ha retrasado un acuerdo con el sector institucional.
Pero ello no significa que no surjan grandes interrogantes en el futuro inmediato si se considera que la celebración de dos CEN paralelos implica el inicio de una nueva etapa en la accidentada vida del PRD. Obviamente, hay que esperar una carrera por asegurarse las bases y con ellas los organismos. Todo va a depender de la capacidad de maniobra de los bandos en pugna.
Los encuentros recientes en el Coliseo Carlos –Teo- Cruz y el Club Los Prados dan señales de lo que podría ocurrir. Aunque los dos grupos convocaron convenciones, uno de los dos muestra mayor claridad en lo que podría ser un cronograma con ese objetivo. El otro actúa reactivamente y tendría que construirlo sobre la marcha.
El PRD institucional, como se le llama al sector que lidera Miguel Vargas Maldonado, tiene una extraordinaria ventaja, toda vez que ostenta la representación legal. El grupo contrario mejor representado por Hipólito Mejía, afronta esa dificultad. No es en sí mismo una organización con personalidad jurídica y por eso en su entorno se debate la posibilidad de gestionar una franquicia electoral.
Si bien lo lidera Mejía, los intereses son diversos o más amplios, según la perspectiva con que se vea. Bajo su sombrilla están Luis Rafael Abinader, Neney Cabrera asistido por Eligio Jáquez y Guido Gómez Mazara, que empieza a mostrar cierta equidistancia y punto de vista propio. No estuvo en ninguna de las sesiones del CEN. Y con Mejía también caminan gente con criterio muy propio como Enmanuel Esquea Guerrero y Milagros Ortiz Bosch.
Cuando llegue la hora de recorrer el camino hacia las elecciones del 2016, la institucionalidad podría tener mucho peso en la definición de la correlación de fuerzas, lo que para muchos puede ser útil para Vargas Maldonado, que ejerce un liderazgo único, como figura indiscutible de su sector. Y si bien ha hecho aproximaciones a otros sectores, ha sido sobre la base de concesiones, como determinadas concertaciones con fuerzas internas o externas con miras a las elecciones de 2016. Ya ha planteado la posibilidad de propiciar un frente electoral contra el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Hay que imaginar, que en un escenario como ese, la tendencia es que Vargas Maldonado mejore su posicionamiento. Recuérdese como salió del pasado proceso electoral, cuando fue señalado como el “Judas del PRD”, condenado a “muerte política”. Desde entonces lo que ha hecho es avanzar, al extremo de que ha ganado todas las batallas legales y consiguió celebrar su CEN en forma disciplinada, en el que proyectó la imagen de un PRD orgánico, apartado de la turbamulta de siempre.
Mientras emerge la estrella de Miguel, contrario a los tempranos vaticinios de Mejía, de que lo expulsaría inmediatamente después de las elecciones, pasó su mayor prueba después de los violentos acontecimientos del 27 de enero, cuando una turba irrumpió en la casa nacional y barrió una sesión del CEN.
En este nuevo período en que no caben más insultos y descalificaciones, sino hechos, cuando las fracciones se han reposicionado, lo lógico es que se precipite una carrera por los órganos y las masas perredeístas. Vargas desde su PRD ¿y los otros? Esa es una pregunta que sólo podrán responder los diferentes sectores bajo la sombra de Mejía, a quienes el juego se les ha complicado mientras a sus contrarios el camino se les hace más expedito.
Mientras las elecciones de 2016 parecen precipitarse, en mayo próximo a menos de dos años, cuando todas las candidaturas, nacionales, congresuales y municipales tendrán que ser indefectiblemente definidas, los perredeístas entran en un proceso de definición, quizás incierto, pero nuevo respecto a la noche anterior al pasado jueves, cuando surgieron “dos CEN” de una misma familia política.
Posible acuerdo
Aunque la realización de las sesiones paralelas el pasado jueves formaliza la división del PRD, tampoco se descarta del todo que se produzca un acuerdo entre el sector institucional y el disidente, que se traduzca en un proceso de reunificación.
Todavía hay dirigentes de ambos bandos que apuestan a un acercamiento, así como figuras externas dispuestas a mediar. Peggy Cabral, quien fue designada por Vargas como presidenta en funciones forma parte del grupo de dirigentes que ha buscado fórmulas de avenencia, sobre todo en los últimos intentos. Pero también Junior Santos, el nuevo secretario general, asumió un discurso conciliador al momento de asumir el cargo.
A lo externo del partido blanco, hay personalidades que mantienen disposición a mediar como el doctor José Joaquín Puello, el general retirado José Miguel Soto Jiménez y monseñor Agripino Núñez Collado.
Las diferencias en el PRD han sido tan profundas que lo que parecía más difícil era un acercamiento entre las partes, y eso, por lo menos, ya se ha logrado. Vargas y Mejía se han reunido en más de una ocasión en los últimos meses, y otras veces se han sentado a conversar representantes de ambos dirigentes. Esta misma semana los dos bandos estuvieron a punto de llegar a un acuerdo, el cual se cayó a última hora, como ha ocurrido antes.
Esta vez las negociaciones habrían fracasado por el tema de la amnistía a los dirigentes sancionados, así como anteriormente colapsaron por lo concerniente a la candidatura presidencial para el 2016.
Crisis extensa e intensa
La crisis postelectoral en el PRD se inició dos días después de las elecciones del pasado año, cuando Mejía se autoproclamó “líder de la oposición”, un pronunciamiento con el que desafiaba a las autoridades formales de la entidad política.
Posteriormente, acusó públicamente a Vargas de traición, y hasta intentó expulsarlo del partido, confiando en el respaldo que mantenía luego de su participación en un proceso en el que obtuvo un 47 por ciento de los votos.
A partir de ahí se inició una lucha que se ha librado en varios ámbitos, principalmente en el Tribunal Superior Electoral, escenario en el que Vargas ha salido ganancioso, lo que le ha permitido mantener el control del partido.
Mejía ha mantenido el respaldo de las figuras históricas, pero también de dirigentes que formaban parte del equipo de Vargas, incluyendo Orlando Jorge Mera, Andrés Bautista y Geanilda Vásquez, que llegaron de la mano del presidente del partido a los principales cargos directivos de la organización.
El escenario actual muestra a un Vargas consolidado en la dirección orgánica sin oponentes para la presidencia de la organización ni la candidatura presidencial para el 2016.
Mientras, el sector disidente, aunque lo encabeza Mejía es heterogéneo, y más bien luce como un frente “anti Miguel”. Como era de esperarse, las diferencias en ese grupo tan amplio y diverso han comenzado a aflorar, lo que, al parecer, ha retrasado un acuerdo con el sector institucional.
Miguel Vargas
Esa reunión carece de validez, porque sus convocantes son dirigentes expulsados y suspendidos”.
Esa reunión carece de validez, porque sus convocantes son dirigentes expulsados y suspendidos”.
Hipólito Mejía
Me han preguntado que quién me expulsó del PRD y respondí que a mí no me ha expulsado nadie”.DEL CARIBE
Me han preguntado que quién me expulsó del PRD y respondí que a mí no me ha expulsado nadie”.DEL CARIBE
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