miércoles, 3 de octubre de 2012

Buhoneros arrabalizan zona Máximo Gómez con Ovando.Debajo del elevado de la Máximo Gómez se han levantado inadecuadas “viviendas” en un ambiente de insalubridad y se une a esto el caótico tránsito en esta intersección


María Jiménez, de 63 años, es una recogedora callejera de botellas que hace once meses decidió ir a vivir debajo del puente levantado sobre las avenidas Máximo Gómez  y Nicolás de Ovando, frente a la estación de Los Taínos del Metro de Santo Domingo, en un  ambiente de insalubridad inmundo entre cartones, restos de comidas, perros, gatos, excrementos y  trapos  viejos.
Meses después la decisión de María fue emulada por su hermano de crianza Teófilo de la Rosa y otras personas que alegan no tener donde vivir.
En ese escenario, en una de las intersecciones más concurridas de la Capital duermen, cocinan,  hacen sus necesidades fisiológicas, ante la mirada atónita de los habitantes de una ciudad que parece no tener autoridades.
A unos  pasos de María y  Teófilo, en camas construidas con cartones y trapos viejos duermen   plácidamente a las 9:00 de la mañana  dos hombres jóvenes, haciendo caso omiso a los ensordecedores ruidos del tránsito y los vendedores ambulantes.
A pocos metros, los transeúntes deben caminar en medio de la vía, confundiéndose con los carros, las guaguas, los motores, los camiones,  los triciclos y hasta los caballos que ponen en peligro sus  vidas, porque las aceras están ocupadas por decenas de tarantines en los que se comercializa de todo, desde un pincho para el pelo hasta un plato de comida.
No se sorprenda si en plena avenida Nicolás de Ovando con Máximo Gómez observa a una señora lavando los platos que acaban de usar sus clientes de la cocina que  opera encima de la acera.
 Esa y otras insospechadas situaciones se repiten a lo largo de ambas vías, área que ha sido convertida en un mercado público improvisado.
La ocupación de las aceras con tarantines y vendedores de frutas y ropas de paca es sólo parte del problema.
También coexisten en el lugar los conductores de carros y guaguas  públicos que estacionan a esperar los pasajeros y ocupan un carril de los dos importantes avenidas, provocando largos e infernales taponamientos del tránsito lo que ha convertido el lugar en un verdadero pandemonio.
Y para colmo, cualquier ciudadano que haya pasado en medio de ese ambiente de insalubridad y bullicio, puede llegar a su casa o centro de trabajo y encontrarse con que su cartera desapareció.

Una situación que se repite
La situación que se vive en las avenidas Nicolás de Ovando y Máximo Gómez se repite en diversos puntos de la ciudad de Santo Domingo, sin que ninguna autoridad intervenga para corregirla y evitar que los capitaleños sigan viviendo en medio de arrabales.

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