Nueva York ha logrado mantener la seguridad controlando crímenes y saqueos durante cuatro días sin energía eléctrica en vastas zonas de la ciudad a raíz de Sandy, lo opuesto a lo ocurrido en Nueva Orleans siete años atrás tras el azote de Katrina.
En las jornadas posteriores al paso del huracán Katrina por Nueva Orleans en agosto de 2005, la ciudad del sur de Estados Unidos quedó bajo el agua y sufrió saqueos y un alza del crimen y la violencia, ya que las autoridades centraron su atención en los esfuerzos de rescate y la seguridad se degradó rápidamente.
En esta ocasión, la policía de Nueva York -una de las más numerosas y con más capacidades del país- ha estado muy presente en diferentes partes de la ciudad desde el lunes por la noche, cuando el mortífero ciclón Sandy llegó a la costa este de Estados Unidos.
En cuatro días, los saqueos han sido muy limitados, según el jefe de la policía neoyorquina, Ray Kelly.
Kelly habló el jueves de un hecho delictivo de este tipo en Coney Island (Brooklyn, sueste), mencionando además un robo en Staten Island (sur) vinculado con Sandy.
"Tuvimos 18 personas en una tienda de alimentos en Coney Island, forzaron la puerta de atrás. Tuvimos otro incidente en Staten Island, dos personas arrestadas por robo", dijo.
Kelly explicó que la policía ha desplegado un gran número de oficiales así como torres de iluminación en diferentes zonas. "Estamos centrados en las áreas del apagón. Estamos haciendo, creo, un excelente trabajo", afirmó.
La prensa neoyorquina informó de algunos saqueos en farmacia y tiendas de Coney Island antes de que la policía se desplegase con fuerza.
De su lado, el alcalde Michael Bloomberg afirmó creer que no había habido "ningún homicidio en dos o tres días".
En el sur de Manhattan, con los semáforos que no funcionan y calles sumidas en una oscuridad absoluta, caminar debería ser una aventura peligrosa, aunque en la mayoría de los casos solo se cruza gente igual de precavida, con linternas en la mano o simplemente con sus teléfonos encendidos.
Chris Schiffer, barman de un bar en la Quinta Avenida en la parte iluminada y que vive en el sur de Manhattan, explicó a la AFP que la primera noche que salió de su trabajo llevó una navaja en el bolsillo porque no sabía qué iba a encontrar en el camino, aunque la situación era de absoluta tranquilidad.
"Cuando cerré fui caminando hasta allá. No había luz en ningún lado, ni siquiera un auto", dijo este neoyorquino de 29 años.
En Staten Island, Fran Sánchez afirmó que sus vecinos le han dicho que no abra la puerta a personal uniformado excepto si muestran su placa de policías, ante el temor de criminales disfrazados.
"¿Cómo se puede caer tan bajo para saquear en un momento como éste? Si usted va a robar un banco, ok. Pero es horrible robar a alguien que ya ha perdido todo", señaló a la AFP, asegurando que no ha visto ningún delito.
Para otro residente de Staten Island, Greg Zac, la policía está haciendo un buen trabajo patrullando las zonas del apagón.
Para Zac, la situación de Nueva Orleans tras Katrina no puede repetirse en Nueva York: "Los neoyorquinos nos mantenemos unidos. La gente es así aquí", aseguró.
El traumatismo de Katrina brindó lecciones no solo sobre la seguridad en la calle, sino también con respecto a otro tipo de actividades delictivas que surgen en estas situaciones.
El Departamento de Justicia, el FBI (la oficina federal de investigaciones) y el Centro Nacional contra el Fraude tras Desastres (NCDF) recordó el jueves el riesgo de fraude tras un desastre natural" y abrió una línea gratuita para denunciar estos delitos.
El NCDF había sido creado creado en 2005 por las autoridades federales tras los huracanes Katrina, Rita y Vilma.DE AFP
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