Los seres humanos nacemos y avanzamos en edad, y eso es inevitable. Nos vamos poniendo más viejos cada año. Lo importante es asumir que el paso del tiempo solo se lleva la juventud física. El espíritu se queda intacto.
Tanto es así que encontramos a muchas personas jóvenes con un espíritu que no corresponde a su edad en términos de jovialidad. De ahí la creencia de que el envejecer está en la mente.
Envejecer no quiere decir morir, envejecer no quiere decir que nos tenemos que abstener de realizar actividades que anteriormente nos proporcionaban placer y distracción. Quizás la manera en que se haga tenga que cambiar, pero no signífica que el envejeciente tenga que vivir limitado en todo el sentido de la palabra.
Es importante que tengamos en cuenta que los años pasan y se van llevando a su paso la lozanía de la piel y que por más cirugía que nos hagamos en algún momento las arrugas se colarán. Sin embargo, ello no quiere decir que lo mismo pasa dentro de nosotros. No podemos dejar que nuestro espíritu también se arrugue. ¡Vamos a mantenernos activos, positivos y alegres para hacerle frente al tiempo que es implacable!
Para que tengamos una idea de que sí se puede, les traigo una anécdota que viví. En las recién pasadas vacaciones de Navidad, tuve la oportunidad de compartir y disfrutar de la compañía de una tía abuela, quien aparte de estar en sus setenta y tantos, tiene una discapacidad: no escucha. De niña, por una negligencia, quedó sin ese sentido tan importante; sin embargo, eso no la ha limitado para desarrollarse en la vida. Ahora en esta etapa de su vida, en la que ya es una ciudadana avanzada en edad, tampoco se deja limitar.
Con una sonrisa siempre a flor de piel, busca la manera de comunicarse con el mundo. Baila y disfruta de cada momento que se le presenta.
Mientras ella disfrutaba, yo la miraba constantemente y me decía a mí misma: “Qué bueno verla tan feliz y saber que hay tantas personas que no tienen ninguna limitación y gozan de juventud divina y en cambio no hacen ni la mitad de lo que la tía hace, o cuántas hay que por el simple hecho de avanzar en edad, asumen una actitud negativa y hostil frente a la vida”.
La tía tiene 72, y baila, viaja, es cinturón negro en artes marciales, hace deportes extremos y hasta ha practicado paracaidismo, se casó de nuevo hace nueve años y vive cada día con una intensidad y alegría dignas de ser imitadas. Envejecer no es morir. Adoptemos una actitud positiva hacia el envejecimiento y el envejeciente, y hagamos de esta etapa de sabiduría, una digna y feliz.
((Paso del tiempo
Hay que vivirlo dignamente
Bendición) No debemos ver la vejez como algo malo que nos está pasando. Al contrario, tenemos que asumirla como una bendición divina, porque no es fácil avanzar en edad en un mundo tan convulsivo como el que vivimos rodeados de tanta violencia, tanta contaminación, tantas enfermedades...
Hay que vivirlo dignamente
Bendición) No debemos ver la vejez como algo malo que nos está pasando. Al contrario, tenemos que asumirla como una bendición divina, porque no es fácil avanzar en edad en un mundo tan convulsivo como el que vivimos rodeados de tanta violencia, tanta contaminación, tantas enfermedades...
Entonces, creo que lo que debemos es agradecer a Dios, disfrutar la vida a plenitud, gozar con nuestros nietos, con nuestros familiares, con los amigos contemporáneos y mantener esa juventud eterna que debe estar en nuestra mente y en nuestro espíritu. Hay muchas actividades en las que se puede emplear el tiempo. A veces somos nosotros mismos quienes nos descalificamos ante los demás con esos complejos de “viejos” que nos creamos. Lo que cuenta es nuestra actitud ante la vida, no importa que tengamos 15, 30, 50, 70, 90... años. Debemos atravernos a romper con esa creencia de que el tiempo nos acaba, es el momento de disfrutar sin remordimiento.
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