NUEVA YORK._ Louise Mitchell, considerada la más antigua residente de El Bronx, celebra su cumpleaños 107 recordando que sobrevivió a dos guerras mundiales y la Gran Depresión económica de los años treinta. |
NUEVA YORK._ Considerada la más antigua residente de El Bronx, la centenaria afroamericana Louise Mitchell, celebró su 107 cumpleaños, tras sobrevivir a dos guerras mundiales y la Gran Depresión económica de los años treinta. Llamada por sus familiares y conocidos como “Big Momma” (Gran Mamá), nació en Warrenton (Georgia) en 1904 y a la edad de 5 años, comenzó a trabajar en los campos de algodón. Recuerda pocos detalles sobre grandes acontecimientos mundiales, pero no olvida que tuvo que fajarse en esos campos cuando era muy pequeña. “No pude ahorrar un solo centavo para demostrarlo”, dijo mientras estaba sentada en la sala de la Casa de Servicios Médicos en Mount Hope donde le celebraron el cumpleaños y es una de las pacientes a domicilio, un antiguo método que su médico, el doctor Sumir Sahgal dice que se ha modernizado con los tiempos.
Con una manta cubriendo su vestido azul la centenaria abuela no pudo recibir una educación formal en sus años mozos y sólo llegó al tercer grado. Trabajó también para terratenientes blancos a quienes lavaba la ropa y posteriormente en residencias de judíos en Manhattan.
En su mente, los capítulos más relevantes de su pasado están nebulosos, pero recuerda perfectamente cómo tuvo que enfrentarse a la dureza de la vida. “Crecí como una mujer adulta, pasando de un trabajo a otro, pero no conseguí nada”, relata la anciana.
Se mudó a New Jersey donde trabajó como ama de llaves y luego cocinaba y limpiaba en casas judías de Nueva York. Vivió en Harlem y Saint Kelly al Sur de El Bronx y ha militado por décadas en la iglesia Bautista.
Se casó y enviudó tres veces. No procreó hijos, pero dice que ama a los niños a quienes en el barrio les reparte dulces y caramelos y les da dinero para comida. Trabajó hasta los 85 años de edad.
Y se queja de que se pudo jubilar. “No tengo nada que agradecer que no sea al Señor y quiero exhortar a los jóvenes de hoy que sean agradecidos y vayan a la escuela, siempre se debe orar a Dios”, terminó diciendo la centenaria mujer que reside en el tercer piso de una torre de apartamentos, entre el río Harlem y la autopista Major Deegan Expressway.
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