La mañana del primer día del año sirvió para que se reencontraran en las calles de Santo Domingo resacados y amanecidos. Dejaron guardadas las penas de todo un año, las perspectivas negativas del que llega y retomaron esa alegría única que traen las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Y la fiesta recomenzó, si es que en algún momento se detuvo.
Sirven las calles del norte de la capital dominicana para ilustrar las escenas. Vamos a la intersección de las calles Paraguay y Juan Erazo, en el sector de Villa Juana, en la Capital, donde un grupo de personas pasó la mañana con música, cervezas, y frente a ellos, casi como por pura coincidencia, una olla de sancocho, carnes y víveres, caldo para una fiesta que no tenía fin. O al menos eso creen quienes de ella participan.
“Los platos serán a RD$100 hermano”, comenta el cocinero. La idea es aprovechar la resaca de los fiesteros para sacar los pesos para enero, para los Reyes Magos que asoman a la vuelta de unos días.
En Cristo Rey lo único que faltaba era el alimento en la calle, porque el alcohol estaba y en abundancia. Con música discreta, y una paleta de opciones que iba desde vino tinto hasta ron y whisky, los ciudadanos entraron al mediodía.
En las grandes avenidas, que cuadriculan la ciudad, el ajetreo y la aglomeración permanente que se percibió en todo diciembre desvaneció. Así como que desapareció. Aunque el movimiento vehicular cerca al mediodía mostraba una realidad un tanto inusual: buena circulación y vigilia de los agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), velando la circulación con el nuevo marbete.
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