La música y la moda, como medios de expresión, han estado vinculados siempre. Muchos géneros musicales se caracterizan por una determinada indumentaria o por un conjunto de rasgos estéticos.
La música urbana, que engloba distintos géneros nacidos en las subculturas citadinas, tiene su estética propia y muchos jóvenes gustan de ella.
Esta estética, sin embargo, cambia. Hay una evolución con relación a la antigua moda de ropas anchas y pantalones caídos que sigue, no obstante, formando parte de ciertos estilos musicales.
Sócrates McKinney, asesor de imagen, descubridor de talentos y productor de eventos de moda y belleza, señala que la sociedad está en constante evolución y expresiones culturales como la música y la moda no pueden quedarse estancadas.
“Las ropas anchas que otrora sirvieron a los cantantes de ese género han ido desplazándose por prendas más ajustadas producto de la fusión con otros estilos”, explica.
Es normal. En una aldea global resulta difícil encontrar un estilo puro sin influencias o mezclas.
Pero a pesar de la evolución se conservan algunos rasgos del estilo que caracteriza a los amantes de los géneros urbanos. El grafitti aún adorna las camisetas, el brillo del metal y las piedras sigue destellando en los accesorios, y el calzado costoso (tenis y botas de construcción) continúa pisando fuerte.
ACCESORIOS OSTENTOSOS
La estética asociada a la música urbana se caracteriza por el uso de accesorios ostentosos o con brillo: relojes caros, aretes de cristal, anillos, guillos o cadenas largas (recurso conocido como “blingbling”).
Esto tiene su razón. Sócrates McKinney señala que los movimientos surgidos en las minorías socio-culturales apuestan por llamar la atención e imponerse en segmentos y oportunidades que les fueron negadas.
“Existe siempre una gran tendencia a manifestarse en la fuerza que da la ostentación como una forma de decir: ‘Yo también puedo conseguir riquezas”, explica.
Sin embargo, en la medida que van ganando adeptos, estos movimientos se constituyen en un recurso de beneficio económico.
Su alto nivel de pentetración en segmentos parecidos los hace apetecibles en otros ambientes socioeconómicos. Por eso, según McKinney, grandes firmas de moda incorporan detalles y piezas carecterísticas de estos fenómenos nacidos en los “ghettos”.
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