Indicó que la reacción del pueblo debería ser la de pedir justicia en vez de abrirse un debate sobre la autenticidad de los restos de Caamaño
El hijo mayor del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó manifestó que el pueblo dominicano debería exigir justicia contra quienes atraparon vivo y luego mataron al héroe de la Revolución de Abril.
Alberto Caamaño Acevedo, quien es ministro consejero de la embajada dominicana en Cuba, consideró que lo cometido contra su padre fue un crimen, ya que no sólo mataron al héroe constitucionalista sino que sus restos fueron quemados.
Indicó que la reacción del pueblo debería ser la de pedir justicia en vez de abrirse un debate sobre la autenticidad de los restos de Caamaño Deñó.
“Lo mataron y quemaron sus restos y nadie ha pensado en llevar a la Justicia a esos militares, que no solo tienen encima el asesinato de mi padre”, sostuvo Caamaño Acevedo a el periódico El Caribe.
Dijo que Caamaño tiene su puesto en la historia y en el corazón de los dominicanos además del merecido reconocimiento de llevar sus restos al Panteón Nacional.
Caamaño Deñó murió asesinado el 16 de febrero de 1973 en el paraje Nizaito, de Ocoa, luego de entrar al país al frente de una expedición militar contra el gobierno de Joaquín Balaguer.
Alberto Caamaño Acevedo, quien es ministro consejero de la embajada dominicana en Cuba, consideró que lo cometido contra su padre fue un crimen, ya que no sólo mataron al héroe constitucionalista sino que sus restos fueron quemados.
Indicó que la reacción del pueblo debería ser la de pedir justicia en vez de abrirse un debate sobre la autenticidad de los restos de Caamaño Deñó.
“Lo mataron y quemaron sus restos y nadie ha pensado en llevar a la Justicia a esos militares, que no solo tienen encima el asesinato de mi padre”, sostuvo Caamaño Acevedo a el periódico El Caribe.
Dijo que Caamaño tiene su puesto en la historia y en el corazón de los dominicanos además del merecido reconocimiento de llevar sus restos al Panteón Nacional.
Caamaño Deñó murió asesinado el 16 de febrero de 1973 en el paraje Nizaito, de Ocoa, luego de entrar al país al frente de una expedición militar contra el gobierno de Joaquín Balaguer.
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