Mientras la nieve desaparece de las aceras de la Gran Manzana y continúan las investigaciones para averiguar por qué la respuesta de las autoridades fue deficiente, los neoyorquinos atendían hoy estupefactos a un nuevo goteo de trágicas historias acontecidas durante la nevada del pasado 26 de diciembre.
Una de ellas es la muerte por congelación de un hombre de 66 años, quien falleció la semana pasada en un hospital de la ciudad al que fue trasladado tras ser encontrado con signos de hipotermia en una estación de metro neoyorquina la mañana siguiente a la tormenta.
Una semana después de su fallecimiento, el Instituto Forense de Nueva York ha informado de esa muerte. Aunque no ha difundido ni la identidad del hombre ni la estación en la que fue encontrado, sí ha explicado que parece tratarse de una persona sin hogar.
Durante la tormenta muchas personas que quedaron atrapadas en trenes y estaciones de zonas alejadas de Manhattan, donde los vagones suelen ir por el exterior y quedaron paralizados por la nieve.
A la noticia de esa muerte se sumó también este miércoles la del fallecimiento en el barrio de Queens de un bebé hispano de tres meses, que no recibió la asistencia sanitaria necesaria a tiempo porque la ambulancia a la que llamaron sus padres al encontrarlo inconsciente no podía llegar a la vivienda a causa de la nieve acumulada.
Lo más sorprendente es que los hechos ocurrieron tres días después de la tormenta, pero la nieve aún no había sido retirada de las calles de algunas zonas de Nueva York y el personal sanitario tuvo que llegar a pie a recoger al pequeño.
El niño, Addison Reinoso, de origen ecuatoriano, sufría una infección respiratoria y cuando llegó al hospital no se pudo hacer nada por su vida.
Este percance se suma al de una bebé que nació en el portal de un edificio del barrio de Brooklyn después de que su madre esperara más de nueve horas la llegada de una ambulancia el día de la tormenta. La recién nacida murió poco después en el hospital al que fue trasladada junto a su madre.También sorprendió en su día la historia de una mujer de Queens que esperó varias horas a que una ambulancia llegara a atender a su madre, quien finalmente murió sin ser atendida.
Han sido tantas las quejas que se han oído acerca de lo mucho que la ciudad tardó en limpiar las calles -sobre todo en las zonas más alejadas de la isla de Manhattan- que las autoridades locales, después de reconocer que su respuesta fue deficiente, investigan ahora qué pudo ocasionar la tardanza.
A esas investigaciones se sumó el martes la de la fiscalía federal de Brooklyn, que intenta averiguar si esa pobre respuesta se debió a un boicot de los operarios municipales en protesta por los recortes llevados a cabo recientemente por el alcalde, Michael Bloomberg, tal y como afirman algunas voces.
Si esas alegaciones son ciertas y si los trabajadores municipales y sus superiores conspiraron para no recoger la nieve con prisa, podrían haber incurrido en varios delitos durante su actuación ante una nevada cuyo efectos aún sufren muchos neoyorquinos.
Uno de ellos es la presencia de grandes cantidades de basura en las aceras de la ciudad, algo que ha cambiado poco desde que el lunes los servicios de limpieza reanudaran la recogida de desechos, suspendida el pasado 26 de diciembre.
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