viernes, 7 de enero de 2011

Nube negra de esteroides en cielo de Cooperstown

NEW YORK. Los aficionados, indudablemente, odian escuchar esto en un día que debe ser de celebración, pero si hubo un tema de fondo en la votación del Salón de 2011 más allá de la elección de Bert Blyleven y Roberto Alomar, fue el paño mortuorio de los esteroides que arropó el proceso.

Son demasiadas maneras para contarlas, pero la reacción a la era de los esteroides le dio forma al diálogo de la elección desde el principio hasta el anuncio del miércoles. Votar por los candidatos al Salón de la Fama es una experiencia emocional y muchas veces agotadora para los votantes que se toman esa responsabilidad en serio y ven a Cooperstown como algo más importante que un "museo" de béisbol. Ahora que aparentemente la "era de los esteroides" ha quedado atrás y que es hora de poner los números en el contexto apropiado y entregar preseas, el proceso es más turbio, caótico y confuso que nunca antes.

Mark McGwire: 19,8 por ciento. Suele decirse que un jugador retirado no puede hacer nada para fortalecer su candidatura para el Salón de la Fama, pero McGwire probó esa teoría el año pasado. Como parte de su travesía para regresar al terreno como instructor de bateo en San Luis, McGwire hizo una admisión llorosa de su consumo de esteroides. La tormenta eventualmente se calmó, y McGwire fue contratado como instructor, y a los votantes pareció no importarle que McGwire derramara lágrimas genuinas por televisión junto a Bob Costas.

Big Mac cayó del 23,7 por ciento del año pasado, y su total de votos fue el más bajo de sus cinco apariciones en la papeleta. El mensaje: "Hablar claro" puede ser bueno para el alma de un consumidor de esteroides, pero no le gana mucha simpatía de los votantes del Salón. Sólo le da al electorado un martillo más pesado para pegarle en la cabeza. Este fue el quinto año de McGwire en la votación. A continuación los porcentajes que el ex cañonero de los Cardenales tuvo en los cinco años que ha aparecido en la votación:
2007: 23.5 por ciento

2008: 23.6 por ciento

2009: 21.9 por ciento

2010: 23.7 por ciento

2011: 19.8 por ciento

La verdad es que la decisión de los votantes no ha cambiado mucho hasta esta elección, cuando el porcentaje de McGwire cayó por debajo del 20 por ciento por primera vez.

Fred McGriff: 17,9 por ciento. McGriff es ampliamente percibido como uno de los jugadores "limpios", cuyos logros fueron injustamente eclipsados por los consumidores de esteroides. Este año su total de votos cayó de 116 a 104, y está destinado a ser excluido por todo el poder de estrellato que aparecerá en las papeletas durante los próximos años. McGriff tuvo una carrera fina y admirable, pero puede ser que no existan suficientes votos de protesta allá afuera para darle mucha tracción.

Rafael Palmeiro: 11 por ciento. Es triste que Palmeiro se haya transformado de un gran jugador con un pase asegurado al Salón de la Fama al hazmerreír de muchos. Pero si su prueba positiva a esteroides fue un acto engañoso o estúpido, sólo él tiene la culpa. Mientras más tiempo permanezca en la papeleta, el debate sobre los abusos en la era de esteroides continuará y puede ser que los votantes puedan distanciarse de las emociones iniciales para analizar su caso bajo otra perspectiva. Pero a menos que ocurra un cambio drástico, no tiene ninguna oportunidad de instalar su placa en Cooperstown.

Juan González: 5,2 por ciento. Los Vigilantes enviaron una carpeta brillosa para promocionar la candidatura de Igor, con testimonios de sus ex compañeros de equipo y del antiguo dueño del equipo George W. Bush.

Esos dos premios de JMV y sus 434 jonrones de carrera permitirán que González pase un año más en la papeleta. Pero sólo se trata de una extensión temporal antes de sufrir la pena capital.
Kevin Brown: 2,1 por ciento. Al igual que González, Brown apareció en el Reporte Mitchell, pero uno se pregunta cuántos votantes que no marcaron el encasillado de su nombre en la papeleta siquiera tomaron eso en cuenta. Tal vez Brown sólo registró 12 votos para el Salón de la Fama porque ganó unos meros 211 partidos, firmó un contrato absurdamente inmenso con los Dodgers y era considerado universalmente como un tipo irritable e inaccesible.

O tal vez es sólo otro ejemplo de cuán impredecible puede ser la votación para el Salón de la Fama. Revisa el perfil de Brown en Baseball-reference.com, y verás que los dos lanzadores que mejor comparan con él son Bob Welch y Orel Hershiser. Welch recibió un gran total de un voto en su única aparición en la papeleta, y Hershiser desapareció de la papeleta luego de dos intentos.

¿Y cuáles son los pitchers comparables de Brown en tercer y cuarto lugar? Un par de leyendas de nombre Don Drysdale y Catfish Hunter. A veces el debate se reduce a béisbol. Pero uno nunca sabe.

No hay dudas, la nube negra de los esteroides se mantendrá en Cooperstown.

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