QUITO.- El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dice que se ve a sí mismo como un servidor y no como un líder, pero muchos piensan en él como el sucesor, al frente de la izquierda latinoamericana, del fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, una responsabilidad que él se resiste a aceptar.
Correa, del movimiento Alianza País, juró el cargo ante la presidenta de las Asamblea Nacional, su correligionaria Gabriela Rivadeneira, quien le impuso la banda presidencial, que poco antes había llevado a la parte principal de la Asamblea una niña con discapacidad.
En el poder desde 2007, Correa captó el 57,17 % de los votos válidos en los comicios de febrero pasado, en los que el movimiento oficialista, Alianza País, logró un centenar de los 137 escaños de la Asamblea Nacional.
En su discurso, dijo que el país está cambiando "profunda y positivamente" en lo económico, político y social y aseguró que ha pasado del grupo de desarrollo humano medio al alto. Aseguró que Ecuador es una de las economías más dinámicas de América Latina y creció en los últimos años en un promedio de 4,3 % en tanto la región lo hacía en 3,5 % y mientras países considerados desarrollados vivían una crisis.
El jefe de Estado aseguró que en su Gobierno más de un millón de ecuatorianos han dejado de ser pobres, y recalcó que vencer la pobreza debe ser el "imperativo moral" del planeta. Rechazó las "aberrantes" diferencias en la concentración del ingreso en la región que impiden "una vida digna" a la población y se declaró "orgulloso" de ser el país "que más reduce desigualdad" en América.
Dijo tener "sano orgullo" de estar a la vanguardia en políticas de inclusión de personas con discapacidad y reconoció la labor en ese campo del ahora exvicepresidente Lenín Moreno, en silla de ruedas hace una década tras recibir un disparo durante un asalto.
Aunque vuelve a jurar el mandato con el 57,7 % de los votos conseguido en las elecciones de febrero y con una popularidad que las encuestas más recientes sitúan entre el 86 y el 90 %, se niega a ser aupado a la categoría de líder e incluso asegura que no tiene intención de buscar la reelección presidencial en el futuro.
Pero, eso sí, admite su papel político. "Yo me siento un servidor del pueblo ecuatoriano y del pueblo latinoamericano", dijo en una reciente entrevista televisiva en España, ante la pregunta de si se sentía sucesor de Chávez.
Seguidor del fallecido mandatario, tiene mucho en común con él, desde su afán por la integración latinoamericana, su oposición a la política de Estados Unidos y sus recetas contrarias al neoliberalismo hasta su costumbre de informar a la población semanalmente sobre sus labores por radio y televisión.
Correa, nacido hace 50 años en la ciudad costera de Guayaquil, es un izquierdista cristiano que desde pequeño se ha empeñado en defender causas justas, según aseguran quienes le han conocido más de cerca, como compañeros de clase y su madre, Norma Delgado.
"Él siempre ha tenido inquietud por el país, siempre se preocupó por las personas marginadas, siempre defendió a los desposeídos", afirmaba su madre en una entrevista cuando su hijo se presentó por primera vez a las elecciones, en 2006.
Su carrera política comenzó poco antes, en 2005, cuando estuvo cercano al movimiento de "Los Forajidos", contrario al presidente Lucio Gutiérrez, pero quizá el origen de su inquietud política y social data de su juventud, cuando trabajó como voluntario con los Salesianos en Zumbahua (provincia de Cotopaxi), donde aprendió algo de quichua.
Los conocimientos de ese idioma se suman a su manejo del francés y del inglés y complementan su formación universitaria como economista por la Universidad Católica de Guayaquil, con dos maestrías en Estados Unidos y Bélgica, país de procedencia de su esposa, Anne Malherbe, con quien ha tenido tres hijos.
Seguidor del equipo de fútbol Emelec, de carácter extrovertido, no es extraño ver a Correa en situaciones más distendidas, como cuando acompaña a sus dos hijos más pequeños a la escuela o se arranca a cantar el popular tema "A mi lindo Ecuador", entre cientos de emigrantes ecuatorianos en sus viajes al exterior.
Al Correa político, el presidente con el mandato ininterrumpido más largo de Ecuador, sus seguidores y amigos le consideran una persona inteligente, coherente y con capacidad de liderazgo, mientras que sus detractores le califican de arrogante o totalitario y destacan de él sus reacciones airadas y su fuerte temperamento.
La oposición le critica por acumular poder al colocar a personas afines en puestos clave de la Administración. En lo económico, le reprochan haber supuestamente comprometido las finanzas públicas en préstamos con países como China, al que el mandatario se acercó tras una suspensión de pagos parcial en 2008, así la dependencia excesiva del petróleo, que sirve para financiar en gran medida el gasto público.
Su imagen asomado a una ventana y aflojándose el nudo de la corbata mientras desafiaba a gritos que lo mataran durante una protesta policial por asuntos salariales en 2010 que derivó en un levantamiento que el Ejecutivo interpretó como un intento de golpe de Estado, es una prueba evidente de su carácter impetuoso.
Son conocidos sus enfrentamientos con algunos sectores de los medios de comunicación, a los que acusa de actuar por intereses económicos y de adoptar un papel político que considera inaceptable. Y célebres algunas de sus frases sobre el tema: "Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa no es otra cosa que la voluntad del dueño de la imprenta" o "Apaguemos la televisión y tengamos la mente limpia. No es necesario leer periódicos", ha dicho.
Correa presume de haber puesto en práctica leyes que ya existían pero no se cumplían, y, frente a quienes no le perdonan que haya aumentado la eficiencia recaudatoria, no duda en "predicar con el ejemplo" y aplicarse medidas de austeridad a sí mismo y a sus colaboradores.
Entre esas acciones figuran la bajada de salarios que se aplicó en 2007, al llegar a la Presidencia, o la congelación por dos años de los sueldos de los altos cargos del Gobierno, que decidió en abril. Durante una emisión televisiva que coincidió con la fecha de su cincuenta aniversario, Correa firmó el decreto con el que puso en vigor la medida. "¡Qué buen regalo de cumpleaños!", bromeó al estampar su firma.DE ALMOMENTO.NET
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