viernes, 6 de enero de 2012

El tsunami se forma tras un gran terremoto


Desastre. El último gran tsunami ocurrió el 11 de marzo de 2011 en la costa este de Japón, tras un terremoto de 9.0 grados.                                                                                                                                                       Santo Domingo
Tras la primera gran impresión que causa un temblor como el ocurrido en la madrugada de ayer, que registró una magnitud de 5.2 grados en la escala de Richter con epicentro al sur de la provincia de San José de Ocoa, tres palabras llegan de inmediato a la mente de la población que causa, a veces, más pánico que el mismo sismo: vendrá un tsunami.
El temor a un maremoto hizo que muchas personas colgaran en la red o difundieran informaciones sin confirmar sobre la posible ocurrencia de un tsunami.     Ayer, en las declaraciones que ofreció a los medios de comunicación, el geólogo dominicano Osiris de León recordó que las alertas de tsunami suelen ofrecerse cuando el terremoto supera los 7.0 grados de magnitud en la escala de Richter, mientras que el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) descartó las posibilidades de que ocurriera un tsunami debido a que el epicentro del sismo no se produjo cerca de la costa.
El fenómeno
La palabra tsunami proviene del japonés “tsu” (puerto o bahía) y “nami” (ola). Según explica la revista National Geographic (NG), un tsunami es una serie de olas procedentes del océano que envía grandes oleadas de agua hacia el interior que, en ocasiones, alcanzan alturas de 30,5 metros.
“Estas sobrecogedoras olas son causadas normalmente por grandes terremotos submarinos en los bordes de la placa tectónica. Cuando el suelo del océano en un borde de la placa se eleva o desciende de repente, desplaza el agua que hay sobre él y la lanza en forma de olas ondulantes que se convertirán en un tsunami”, explica la revista en su página web.  Los tsunamis, dice NG, recorren el mar a unos 805 kilómetros por hora, tan rápido como un avión a propulsión, a un ritmo con el que pueden cruzar la extensión del Océano Pacífico en menos de un día.  

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