martes, 12 de febrero de 2013

La renuncia del Papa no deja indiferente ni a católicos, ateos o agnósticos MUCHOS ROMANOS DEBATEN LAS DIFERENCIAS ENTRE EL FINAL DEL PONTIFICADO DE JUAN PABLO II Y EL DE BENEDICTO XVI


 EFE
Roma
La renuncia del Papa no ha dejado indiferente ni a católicos, ateos o agnósticos, que, tras la sorpresa inicial por la noticia del lunes, sigue centrando hoy las conversaciones en las calles de Roma.
Desde el Lungotevere, Plaza Navona, Campo di Fiori o Plaza Farnese los romanos y turistas leen los periódicos con grandes portadas sobre la renuncia del Papa el próximo 28 de febrero en las terrazas en un día soleado, a diferencia de la jornada desapacible del lunes en la que un rayo cayó sobre la cúpula de San Pedro.
La imagen de ese fenómeno, captada por el fotógrafo Alessandro Di Meo, de la agencia italiana Ansa y distribuida por la agencia EFE, ha recorrido el mundo por la extraña coincidencia y se ha convertido en una de las fotografías más publicadas en los medios.
"Creo que estaba realmente cansado. Ha sido un hombre que ha querido reformar la Iglesia y ha sufrido muchas presiones. Pero el hecho de retirarse es un acto heroico", dijo a Efe Patrizia Porpora, atea, de 56 años, y dueña de la Librería Española en la Plaza Navona, al reflexionar sobre la decisión de Benedicto XVI.
Muchos romanos debaten las diferencias entre el final del pontificado de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI.
"Juan Pablo II prefirió seguir el ejemplo de Cristo, que nunca se bajó de la Cruz, y mostró su deterioro, su humana agonía al mundo con una humildad ejemplar hasta su muerte como papa, mientras que Benedicto XVI ha cumplido lo que dijo en 2010", declaró a Efe Simone Spelluci, ejecutivo, católico, de 53 años.
"Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces tiene en algunas circunstancias el derecho, y hasta el deber, de dimitir", aseguró el propio Benedicto XVI en 2010 al periodista alemán Peter Seewald, recordó el ejecutivo.
"Han sido dos papas formidables, dos estilos diferentes, dos finales también diversos e igualmente ejemplares, por ello no se pueden comparar", opinó Spelucci en un cafetín del Corso Vittorio Emanuele.
Los romanos han sabido también hoy que Benedicto XVI fue sometido hace unos tres meses a una operación de corazón en una clínica del Vaticano para sustituirle un marcapasos y comienzan a comprender lo duro que ha sido para un hombre que cumplirá 86 años en abril presidir los largos actos litúrgicos, las visitas a parroquias, las audiencias públicas y privadas, y los viajes pastorales, entre otros.
Al portero de un palacio en la Plaza Farnese, Ernesto Calcagni, de 54 años, le gustaba sobremanera Juan Pablo II "por su carisma, porque atraía mucha gente a la Iglesia y sobre todo, a jóvenes".
"Benedicto XVI me parecía frío y distante y durante estos ocho años de pontificado no he sentido nada por él. Sin embargo, tras la sorpresa de ayer y la reflexión que hago hoy, he vuelto a creer en este Papa porque su gesto ha sido muy fuerte, de mucho coraje", aseveró.
Y antes de regresar a su portería espetó: "Creo que Italia ha sido fuertemente afectada por su renuncia como el rayo que hizo blanco ayer en la cúpula de San Pedro".
Entre las frutas y verduras de su puesto en el colorido Campo de Fiori, Alessandro Conti, agnóstico, de 38 años, dijo con una amplia sonrisa a Efe que la renuncia del papa "ya podría ser un ejemplo a imitar por la clase política. Ellos son los que deben de tomar nota".
Una clienta de Conti, Claudia Russo, de 58 años, consideró que el Papa "ha sido un intelectual en la sede de Pedro, un hombre verdadero. Ha sabido afrontar momentos muy complicados para la Iglesia; los ha afrontado con realismo y justicia; y con humildad pidió perdón".
"Ante una sociedad sin valores ni rumbo denunció el relativismo, nos describió a un Dios que es amor y esperanza y defendió la vida desde su concepción hasta su final", apuntó Russo.
El lunes, fiesta de la Virgen de Lourdes, "ha anunciado su renuncia y con gran humildad ha reconocido que no tenía fuerzas", recordó mientras pagaba su compra a Conti.
Ayer me entristecí, pero hoy -concluyó con pesadas bolsas en la mano- comprendo que Benedicto XVI "seguirá leyendo y escribiendo en contacto directo con Dios a través de la música y la Eucaristía".
Y antes de encaminar sus pasos hacia vía dei Giubbonari manifestó: "Ha entrado a formar parte de la gran historia de la Iglesia y del mundo".DE EFE

No hay comentarios: