No estamos al tanto de las estadísticas en lo que respecta a los seres más ricos del planeta este, la Tierra, donde vivimos, algunos mal viven, y especificamos porque hay muchos que sostienen que tienen dobles en otros sistemas planetarios, pero podríamos apostar a que ese viejito simpático (creemos) que es Stan Lee, debe figurar entre ellos.
Porque el viejito Stan Lee es el creador de un buen surtido de héroes del universo del cómic, y en este film, “The Avengers”, reúne un grupo de ellos para satisfacción de sus millones de admiradores (jóvenes y niños que, aseguramos porque lo vivimos este jueves en el Bella Vista) aplauden, vociferan, se levantan dando brincos y aúllan de puro placer cada vez que alguno de ellos, no importa cual, logra despanzurrar a sus muy feos enemigos de otra galaxia.
Del presente ya habíamos visto una especie de avance cuando vimos (y nos aburrimos viéndola) “Thor”, hace unos meses. Era un breve anticipo y, desde ese fugaz instante los expertos en promoción y publicidad de los estudios dieron rienda suelta a sus “ingeniosas” elucubraciones para que los incondicionales de Lee y sus “boys” se mantuvieran en ascuas a la espera de esta “fabulosa” entrega que, por cierto, nos toca como estreno comercial más de una semana antes que a Estados Unidos.
Pues, ya, ahora pueden “twitear” a amigos y familiares en el coloso del norte informándoles que la han visto para que aquellos, por lo común tan aventajados, se mueran de envidia.
Y nosotros la vimos, por supuesto, la vimos y apenas si la escuchamos tal era el clamor multitudinario de los repletantes de la sala que más parecía un bandereo polÏtico que una función de cine.
Y, para serles sincero, a nosotros lo de los cómics nunca nos ha colmado la sesera ni menos nuestras ambiciones de ver un mejor cine. Claro que los hay excepcionales: “Modesty Blaise”, “Dick Tracy”, “Batman” en varias versiones, etc., pero la mayor parte del panorama nos luce inocuo y alardoso, bulloso y desnutrido de cine.
La presente, podría decir, es entretenida: usted pasa dos horas y veintidós minutos viendo aquella colección de bichos raros dándose mamporros frente a otros bichos aún más raros provenientes de alguna galaxia pedratora y, si eso es lo que está buscando y prefiere, pues los tendrá a más y mejor porque es probable que no encuentre cinco minutos consecutivos sin que aparezcan los coscorrones al por mayor y detalle.
Ahora bien, en todo este asunto quien se ganó su dinero bien ganado fue no el director y co-guionista Josh Whedon, sino el equipo creador de efectos especiales porque eso es “The Avengers”: un prácticamente interminable desfile de seres estrafalarios corriendo, volando, golpeando, rodeados por todos lados de explosiones, derrumbes, autos aplastados, gente asustada y ni un solo perro porque les hubiera dado mucho trabajo mantenerle tranquilo entre tanto alboroto.
La historieta tiene sus momentos simpáticos, un chiste aquí allá que llama la atención entre tanto desmigajamiento, pero les podemos asegurar que es muy probable que algunos de ellos surgiera “motu proprio” de los intérpretes y no creación escrita de Whedon y su co-guionista Zak Penn. Y, por supuesto, sobre esos intérpretes y sus demostraciones histriónicas nada que hablar, ni siquiera de nuestra muy amada y ensoñada Scarlett Johanson ni tampoco de un habitualmente muy buen actor como lo es Robert Downey Jr. Y, por cierto, ¿le habrán pagado a Gwyneth Paltrow por ser esa desteñida Pepper Pots?
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