martes, 28 de diciembre de 2010

Dilma Rousseff, una "dama de hierro" en la presidencia de Brasil

Río de Janeiro.- Dilma Rousseff, una economista de 63 años con un perfil más técnico que político, recogerá el próximo 1 de enero el testigo de su mentor, el popular Luiz Inácio Lula da Silva, para convertirse en la primera presidenta de Brasil.

Su Gobierno será toda una novedad para el país, una de las potencias emergentes más prometedoras de la próxima década y donde la figura de Lula parece estar directamente ligada a este periodo de bonanza económica y desarrollo social.

Rousseff se ganó fama de funcionaria eficiente y, por su carácter fuerte, de "dama de hierro", en los ministerios de Minas y Energía, y de la Presidencia que ocupó en el Gobierno de Lula, pero era prácticamente una desconocida para la mayoría de la población hasta hace un año cuando el mandatario la impuso como candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT).

Dilma Vana Rousseff nació el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais (sudeste), hija del abogado búlgaro Pedro Rousseff, naturalizado brasileño, y de la ama de casa Dilma Jane Coimbra Silva.

Adquirió el gusto por la lectura muy pronto influenciada por su padre, afiliado al Partido Comunista Búlgaro y un habitual de los círculos de lectura, que al final de los años 30 tuvo que exiliarse dejando en su país una esposa y un hijo, con quien la hoy presidenta electa mantuvo contacto por carta hasta la muerte de éste en 2007.

Sus inquietudes políticas despertaron poco después del golpe de estado de 1964 que instauró la dictadura militar, cuando Rousseff entró en el Instituto Estatal Central de Belo Horizonte, donde existía un fuerte movimiento estudiantil.

Fue entonces cuando empezó su activismo político y formó parte de varios grupos armados que operaban en la clandestinidad contra la dictadura, más como agitadora que como "guerrillera", por lo que no hay indicios de que haya estado implicada en delitos de sangre.

Conocida por las autoridades militares como la "Juana de Arco" de la guerrilla, Rousseff fue detenida en 1970, torturada y encarcelada hasta finales de 1972, condenada por subversión.

Tras ese periodo, el más oscuro de su biografía, Rousseff estudió economía y ocupó varios cargos administrativos en el estado meridional de Río Grande do Sul, donde desarrolló su actividad profesional hasta que Lula la llamó, a finales de 2002, para ser ministra de Minas y Energía en su primer mandato.

A diferencia del presidente saliente, Rousseff mantiene en público una actitud mucho más discreta y comedida, es poco dada a hablar de su familia, de sus gustos y aficiones o incluso de hacer bromas, una práctica recurrente en los discursos de Lula.

La futura presidenta ha querido y sabido mantener su privacidad incluso cuando nació su primer nieto, Rafael, hijo de su única hija, Paula, el pasado mes de septiembre en pleno revuelo mediático de la campaña electoral.

Rousseff tampoco dejó sus responsabilidades como ministra de la Presidencia cuando, en abril de 2009, informó de que le había sido detectado un cáncer linfático y debía someterse a tratamiento de quimioterapia.

Después de pasar meses usando peluca, en septiembre del mismo año anunció que había superado la enfermedad.

Quienes la conocen y han trabajado con ella la describen como una persona de carácter duro y autoritario, eficiente, pragmática y con capacidad de liderazgo a pesar de no tener una pizca de carisma.

Tan sencillas son sus preferencias gastronómicas (arroz, fríjoles, carne) como sus aficiones (ver películas, visitar museos y pasar tiempo con su familia) cuando tiene tiempo libre, lo que no ocurre muy a menudo.

La prensa de Brasilia cuenta que como mano derecha de Lula en el Ministerio de la Presidencia, sus broncas desmesuradas hicieron llorar a más de un colaborador y hasta provocaron la dimisión de algún ministro, algo que ella niega.

"Lo que es difícil no es mi temperamento, sino mi función. Debo resolver problemas y conflictos. Sin descanso. No me critican por ser dura, sino por ser mujer", declaró una vez.

Rousseff sabe que la sombra de Lula, que tiene una popularidad del 87%, estará presente durante todo su mandato y que las comparaciones serán constantes.

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