Eloísa Martínez, violada y posteriormente asesinada cumpliría 11 años el 28 de agosto y soñaba con ser cantante y una gran bióloga o veterinaria, para cuidar a todos los animales que eran maltratados en su barrio de Jacagua, Villa Mella, municipio Santo Domingo Norte.
Llorando desconsoladamente la madre de la infante, Candelaria Martínez expresó el dolor que desgarraba su alma por la brutal violación y posterior asesinato de su hija, a quien definió como una niña amable, obediente e inseparable. El cadáver de la menor fue encontrado en un arroyo de Jacagua, próximo al Aeropuerto Internacional La Isabela, doctor Joaquín Balaguer, amordazada con su camisa, estrangulada, sus manos atadas con sus pantalones y desnuda.
Candelaria dijo que el responsable de la muerte de su hija es de la zona y que según le cuentan cuando este sintió como que estaban buscando estaba haciendo un trabajo y desapareció.
Relató que ayer en la mañana uno de sus hijo empezó, junto con un agente de la policia a buscar a un hombre solo identificado como Juan, localizándolo y llevándolo a la Policía.
“Ese hombre me la tenía ubicada; Dios mío, ¿cómo le pudo hacer esto a mi hija, que era inseparable de mí, tan cariñosa? Oh Señor, dame consuelo”, suplicaba la madre.
Eloísa era ejemplo
La menor, quien cursaba el tercero de la primaria en la escuela básica de Jacagua, era una ejemplo para la comunidad, ya que fue definida por sus amigos como alegre, que le gustaba compartir sus meriendas y, en clases, ayudaba a los compañeros con las tareas.
Era la última hija del matrimonio de Candelaria y Roberto Encarnación, que procrearon siete, quienes en la entrevista con este redactor casi no podían hablar, porque el dolor les impidió pronunciar palabras.
Los gemidos de la desconsolada madre conmovieron el corazón de los vecinos y familiares que estaban a su lado, quienes no cesaban en pedir justicia.
Además de justicia, piden que un crimen tan horrendo como este no vuelva a repetirse en ningún lugar del país, para que los sueños de otras niñas no se vean tronchados, como los de su hija Eloísa Martínez.
LAMENTO, LLANTO Y CLAMOR POR JUSTICIA
“Mi único consuelo es que la muerte de mi hija no quede impune, que se haga justicia, mi hija a pena este mes cumplía 11 años, ella estaba muy alegre y me dijo: mami yo pasé de curso y lo que quiero es ser cantante para ayudarte a ti y cantar en la Iglesia”.
Martínez, entre llanto reclamó que los responsables de la muerte de su hija reciban todo el peso de la Ley, tanto de Dios, como de los hombres.
Relató que todos los días iban a visitar a su madre y en ocasiones se quedaba a dormir para que su abuela no estuviera sola. “Ahora no me imagino qué será sin ella, se han llevado una parte de mi ser”.
Los moradores de la zona están atemorizados, ya que algo semejante nunca había ocurrido en la comunidad y reclaman mayor protección policial.
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