Los nubarrones sobre la costa sur de la capital decoraban el cielo cuando el mayor general César Nicolás Casten Jiménez, comandante de la fuerza de tarea conjunta Independencia 2012, pidió permiso al presidente Leonel Fernández para iniciar el tradicional desfile militar que preparan las Fuerzas Armadas Dominicanas con motivo del aniversario de la Independencia Nacional.
La respuesta del mandatario fue igual a la dada en los anteriores once desfiles que ha encabezado: “¡Permiso concedido!”.
Así, y con la representación del trabucazo que marcó el inicio de la Independencia a la Patria el 27 de febrero de 1844, comenzó el desfile militar que vio marchar a más de cinco mil hombres frente al jefe de Estado y sus principales funcionarios civiles y militares. Todo mientras las saladas aguas del mar Caribe golpeaban con fuerza la costa.
La presentación, que prepara la milicia nacional cada año, mostró al país por aire, mar y tierra los recursos con que cuentan las instituciones castrenses y las capacidades que tienen sus miembros.
“Dios, Patria, Libertad, Ejército”, fue la frase que atrajo la mirada de los presentes cuando el pelotón del Ejército Nacional desfiló frente a la carpa presidencial, que como cada año fue colocada frente al hotel Jaragua de la capital.
“Es la oportunidad que tenemos de ver con que cuenta nuestro país en materia de la milicia. Hemos venido un grupo de amigos a disfrutar este momento, es siempre muy agradable ver las exhibiciones que se hacen”, dijo Carmen Suárez, una ciudadana que asistió a presenciar el desfile.
Ella no fue la única en asistir, y tampoco lo fueron sus amigos. Una muchedumbre impresionante se dio cita horas antes de ser iniciada la representación, con la única excusa de disfrutar cada pormenor, cada detalle y movimiento de los militares.
El cúmulo de personas, que se colocó en ambos extremos de la avenida George Washington en el Malecón, se extendía desde la avenida Pasteur y hasta un poquito más del enclave histórico del Centro de los Héroes, hasta donde llegaban los pelotones y representaciones de los agentes militares y policiales que desfilaron en el día festivo nacional.
Desfile
Con chamacos, mochilas y caras pintadas. A caballo (y detrás un equipo de limpieza por si los ejemplares decidían hacer sus necesidades en plena avenida), en motocicletas, lanchas y aviones, desfilaron frente al público y las autoridades nacionales los miembros de la Unidad Antiterrorismo, los pelotones de la Fuerza Aérea, de la Marina de Guerra y el Ejército Nacional.
Con chamacos, mochilas y caras pintadas. A caballo (y detrás un equipo de limpieza por si los ejemplares decidían hacer sus necesidades en plena avenida), en motocicletas, lanchas y aviones, desfilaron frente al público y las autoridades nacionales los miembros de la Unidad Antiterrorismo, los pelotones de la Fuerza Aérea, de la Marina de Guerra y el Ejército Nacional.
En esta ocasión, los agentes Linces de la Policía Nacional se llevaron los mayores aplausos de los presentes en el desfile militar al mostrar sus habilidades de equilibrio y destrezas sobre las unidades motorizadas.
Alguno de ellos, incluso, cambiando de motocicletas por los aires, cual maniobra de lucha libre mexicana. Y en las bocinas, como es ya tradición en la jornada, las inconfundibles descripciones del coronel Osvaldo Cepeda y Cepeda.
PROTESTAS POR LA ISLA SAONA
De forma casi imperceptible, un puñado de jóvenes se ubicó frente al escenario presidencial, portando en sus manos cartelones con mensajes que exigían a las autoridades evitar lo que ellos consideran una tercera intervención militar estadounidense con la construcción de una base naval en la isla Saona.
Los manifestantes fueron desalojados entre empujones y golpes por miembros de la seguridad que custodiaban el lugar, que en ningún momento les permitió expresarse.
Instantes antes, los cartelones que contenían frases como: “No somos tontos señor presidente” y “No a una tercera intervención yanqui” habían sido arrancados de las manos a los muchachos de forma violenta.
El desfile, en cambio, siguió su curso y faltando cinco minutos para las siete de la noche, se presentó por segunda ocasión frente al primer mandatario de la nación, el mayor general Casten Jiménez, quien rindió el informe final de la jornada que explicaba que todo había transcurrido en orden por aire, mar y tierra.
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