sábado, 13 de agosto de 2011

Artistas no videntes quieren que su ritmo llegue al mundo

El Príncipe y El Polayo
No son ajenos a la crítica social porque cuando uno dijo “es para que vean que también de los barrios salen cosas buenas”, el mayor secundó “así es mi hermano”

Hace un año que la casualidad juntó a Cristian Pérez y Joselito Hernández en un centro para personas especiales. Con 23 años el primero se graduará de derecho y el segundo culminará su bachillerato al cumplir los 17. Ambos son no videntes desde la infancia.

Cristian Pérez, conocido sobre tarima como “El Príncipe”, perdió la vista a los 3 años en un accidente de tránsito. Desde entonces un bastón blanco ha sido su mejor aliado.

A Joselito Hernández, “El Polayo”, le cambió la vida cuando una bala perdida lo despertó en la madrugada bañado en su propia sangre. Desde entonces no ha recuperado la visión ni con las atenciones médicas que le dieron en Miami, Estados Unidos.

En el 2005, a pocos días de quedar ciego, el presidente Leonel Fernández le preguntó a Joselito qué era lo que más deseaba: “recuperar la vista” susurró el niño de 12 años. Ya su respuesta no es la misma...

Ahora El Polayo y El Príncipe lo que quieren es que sus voces se escuchen en todos los rincones del mundo. Se han dedicado a la música urbana y las obaciones recibidas les dan a entender que no necesitan ver los micrófonos para saber cómo usarlos.

Contrario a Joselito, Cristian puede ver medianamente mientras la luz del sol ilumina la mitad del día. Al caer la noche debe desdoblar su bastón blanco y cambiar los textos comunes por los de lectura Braille.

El Príncipe reside junto a sus padres y hermanos en Villa Mella, Santo Domingo Norte. Labora en el Instituto Postal Dominicano en el área de servicio al cliente, pero su anhelo es transmitir mediante la rima popular el optimismo de los discapacitados.

El Polayo vive con la abuela que desde pequeño lo ha criado en el mismo apartamento que le obsequió el Estado cuando su caso conmovió a todo el país. Su tragedia fue el génesis para implementar el sistema Barrio Seguro que busca controlar la delincuencia nacional.

“En principio tuve miedo, pero me fui acostumbrando y hoy puedo decir que lo que el destino me quitó no me impide superarme”, enfatizó sonriente Joselito, mientras sus ademanes reflejaban la cultura urbana que lo impulsan a cantar.

Coinciden las motivaciones de estos artistas, ya que Cristian también confesó debilidad para acostumbrarse a su condición pero se sobrepuso a los obstáculos -principalmente a la discriminación social- y en pocos días le entregarán su título de abogado.

“El ser humano pierde un sentido y cree que se le viene el mundo encima. Mientras el corazón late hay posibilidades de lograr los sueños. Quiero demostrar que no hay limitaciones, que cuando se quiere se puede, y con la fuerza del corazón todos los obstáculos serán destruidos”, afirmó El Polayo.

No son ajenos a la crítica social porque cuando uno dijo “es para que vean que también de los barrios salen cosas buenas”, el mayor secundó “así es mi hermano”.

Sobre tarima

Cuando se conocieron en agosto pasado (el mismo mes en que Joselito perdió la vista en el 2005) Cristian le cantó un tema a su nuevo compañero y el otro hizo lo propio. Desde entonces han combinado lírica, letras y rimas.

Cuentan que se han presentado en varias actividades privadas y públicas. Han compartido escenario con otros talentos nacionales de la música urbana, pero Cristian confiesa que la condición de no videntes sorprende a los espectadores.

Hace seis años el Presidente le prometió a Joselito que nunca estaría solo. Y es precisamente por eso que le hace un llamado al Gobierno para que los ayuden a realizar sus sueños, los mismos que el mandatario le pidió de favor nunca dejar de cumplir.

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