jueves, 19 de mayo de 2011

Más de un siglo siendo buen ejemplo de vida

Santo Domingo

Matriarca de una extensa familia maeña, doña Engracia Olivero viuda Borrelly ha sabido llevar por buen camino a varias generaciones de las que conforman su descendencia. Gracias a su entereza y al ahínco con que ha sacado a flote su familia, ha podido ganarle la batalla al tiempo. Recientemente, rodeada del cariño de hijos, nietos, biznietos, tataranietos y otros familiares, celebra sus 105 años de vida. Nació en el poblado de Chacuey, provincia de Dajabón, un 16 de abril del 1906.

Cuenta que desde muy joven vivió las posesiones presidenciales de Horacio Vázquez y Rafael Leonidas Trujillo. También fue testigo del pánico que causaron en la humanidad las guerras mundiales, de la invasión norteamericana del 1916, la Guerra Civil del 65 y de otros hechos históricos.

Cuenta que de estos hechos se enteraba por las publicaciones de revistas que llegaban hasta su ciudad natal, por un emisario que se trasladaba semanalmente a la capital. Doña Engracia cuenta que de estas vivencias las que más marcaron su vida fueron los encuentros guerrilleros de los bolos y los coludos, así como la deportación de haitianos mandada por Trujillo. “Fue una gran pena ver toda esa persecución, y ser testigo de la amanaza de la extensión de la Guerra Mundial”, comenta.

Sus hijos, nietos, biznietos y tataranietos definen a doña Engracia, como una mujer de carácter dulce, pero fuerte en el orden pedagógico familiar. Es un ser humano solidario, sensible y es madre a tiempo completo, por eso dice que su longevidad se debe a la satisfacción y felicidad diaria de ver crecer a su familia formada en los valores del bien y a la abundacia de una alimentación sana recibida desde muy niña, alejada de todo químico y contaminación. Nunca ha llevado dieta. Fue declarada “Hija Adoptiva” por el Ayuntamiento de Mao. Cuando cumplió sus 100 años recibió una comunicacion oficial de felicitacion de parte del Presidente de República Leonel Fernádez Reyna, quien en su misiva destaca las dotes de doña Engracia. Su alegría la empañó la muerte de sus hijos John y Bolivar Borrelly.

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