Los vecinos de Junior Rafael Hernández no creen que sea un desquiciado mental, pero dicen que él y su mujer mantenían una relación muy hiriente, turbulenta y cargada de conflictos y agresiones, que probablemente lo llevó a tomar la irreparable decisión de ahorcar a sus dos hijitos.
“Los niños parecían bien, no se veían físicamente afectados, ni nadie pensó en este barrio que ese hombre los ahorcaría sin mostrar ningún remordimiento”, dijo María Taveras, una de las vecinas del barrio Calac II, de Moca, entre dolor y pena.
La tragedia ha conmovido el ánimo público de toda la nación, que recibió con estupor y asombro la noticia, ya que el hecho de por sí resulta impresionante, increíble, patético y espeluznante.
“Por aquí no se había visto nunca que un padre ahorcara a dos niños tan chiquitos e inocentes de los problemas de ellos”, agregó doña María.
Pero si el doble filicidio de Moca ha sido tan conmovedor como repugnante, no menos lo es el caso del niño de Hato Mayor, que solo le faltaban horas para nacer, cuando su padre en un arrebato de ira lo mató a patadas en el vientre de la madre.
Los dos niños ahorcados en Moca y el no nato de Hato Mayor son solo dos ejemplos de las víctimas mortales y colaterales de la creciente violencia familiar en el país, que en apenas ocho meses del año que transcurre ha cobrado la vida de unas 110 mujeres, casi todas madres; 16 hombres que han sido muertos por sus parejas y 11 niños envenenados, ahorcados o asfixiados por el padre o la madre, y por ambos padres en dos de los casos.
Entre las víctimas infantiles, se destacan el asesinato en junio de un niño de apenas un año, que fue acuchillado por su padrastro, Alfredo Carlos, de 26 años; y el caso de Benny Aracena Almonte, de cuatro años, que murió tras ser golpeado por el padre y la madrastra en La Mina, Hato del Yaque, Santiago. En Brisas de Los Palmares, de Sabana Perdida, Perdida, Tania Encarnación, envenó a dos hijos echándole raticida en la leche.
Muerte en La Saona
El pasado febrero, Julio Rodríguez, mató de un balazo a su hijo Elvis, de 15 años, en el barrio La Saona, de Baní, mientras que en Santiago murió la niña Herileidi Victoria Vargas, baleada por su padre, quien, además, mató a la suegra e hirió a otro hijo. En Hato Mayor Sonia Andrea Feliz, de 19 años, lanzó a una cloaca a su niña de apenas 11 meses, y en San Pedro Macorís quedó desfigurado un niño de cinco al que su padre le provocó severas quemaduras.
A principio de este año, un estudio de Unicef reveló que el 83% de los hogares del país tenía una alta incidencia de maltrato infantil, una consecuencia en muchos casos de la violencia familiar.
Aunque la muerte de 110 mujeres a manos de sus esposos o ex parejas jamás podrían equiparse con el número de hombres víctimas, según estadísticas recopiladas por este diario, alrededor de 16 hombres han sido muertos por sus esposas o amantes en lo que va de año, entre los que se citan Ernesto de los Santos, en Galván, Neyba; Gregorio Antonio Pinales, en El Brisal de Santo Domingo Este; Narciso de la Cruz, en Barserquillo, de Haina; Wilkyn Bartolomé González, en La Victoria, Villa Mella, y Jordany Mora, en el barrio Villas Agrícolas del Distrito Nacional.
NÚMEROS PREOCUPANTES PARA LAS AUTORIDADES
Las estadísticas de la Procuraduría General de la República revelan que hasta el 24 de agosto se habían producido unos 105 feminicidios, que sumados a otros cinco registrados hasta hoy ascienden a 110, una cifra que preocupa a las autoridades y a la sociedad. Distintos sectores han propuesto medidas y piden que se intervenga para disminuir la violencia familiar.
Desde enero a mayo, se reportaron 90 asesinatos de mujeres, casi todos ellos íntimos, que son los casos entre parejas.
Diferentes sectores de la sociedad, incluyendo a las iglesias, se han pronunciado a favor de aplicación de políticas certeras para disminuir la violencia familiar.
Recientemente, la directora ejecutiva del Centro de Servicios Legales para la Mujer (Censel) advirtió que los niños que quedan huérfanos como consecuencia de los feminicidios son presa fácil de la drogadicción, delincuencia y prostitución, si no reciben el tratamiento adecuado.
Lucila Lara Núñez dijo que en el 80% de los casos, esos niños y adolescentes no han recibido ayuda de ningún tipo. Dijo que muchos de ellos provienen de familias muy humildes que no cuentan con la posibilidad de garantizarles salud, educación y la alimentación que necesitan.
“Hay varias debilidades, como que tenemos una estructura disfuncional de salud y la ineficacia del sistema de justicia para garantizar la protección de las mujeres agredidas y de ese modo evitar que sean asesinadas”.
El Estado no cuenta con un programa de asistencia para ellos. Tomando en cuenta que en los primeros seis meses de este año la Procuraduría General registró 110 feminicidios, se estima que al mismo tiempo un promedio de 264 niños quedaron huérfanos por esa causa.
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