Santiago. El robo de un avión en un aeropuerto no es exclusivo del país, como sucedió en La Isabela. En 1989, una aeronave de matrícula dominicana fue sustraída en Miami, llevada a Colombia y luego quemada en Guatemala.
Aunque se hicieron las investigaciones de lugar y se supo minutos después del hecho la ubicación de la aeronave, no quedó claro ni para sus pilotos, para qué fue utilizada, aunque se cree que fue para sacar a alguien que no debía estar en EE.UU.
El piloto dominicano Eugenio Marchena (Pulún) trabajaba para los León Jimenes, dueños de la aeronave, y fue testigo de ese acontecimiento que narra para El Caribe. Lo compara con lo que pasó con el avión robado del Aeropuerto La Isabela.
Cuenta que el avión robado de un hangar del aeropuerto de Opa-Locka en Miami, era un B-300 King Air Super, matrícula dominicana HI578 e iba pilotado por el entonces capitán José Batista y un oficial de la Fuerza Aérea, aún activo, Emmanuel Souffront Tamayo.
La nave había costado cinco millones de dólares. Marchena hacía un vuelo simultáneo y al mismo destino, pero en otra nave pequeña y con él iba Jean Piero, jefe de mantenimiento y además piloto. “Recuerdo que había un tiempo horroroso”.
Al llegar a la terminal, dejaron el avión en el hangar número uno, donde le daban mantenimiento, se fueron de compras y luego al hotel y al día siguiente, cuando fueron a recoger la aeronave para el regreso, no estaba. “Lo primero que nos dijeron era que estaba en taller de pintura, fuimos y no estaba, recorrimos todo el aeropuerto y no lo encontramos, ese avión no tenía 120 horas de vuelo. En manos de nosotros ese avión no tenía tres meses”.
Confirmado el robo, llamaron a Don Eduardo León, que para la época era embajador dominicano en Washington, y al general de brigada Luis Damián Castro Cruz, entonces director de Aeronáutica Civil. Dieron la voz de alerta y ese mismo día a las 10 de mañana “ya nosotros estábamos enterados de dónde estaba el avión”. Se dijo que aterrizó con cinco personas en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, “duró lo que pestaña un gato en ese aeropuerto, lo trasladaron para un aeropuerto distante a unas 20 millas”. El FBI interrogó a los pilotos, que eran inocentes. Los abogados y el seguro investigaron.
Las informaciones fluyeron y en minutos vieron hasta fotografía de cómo le borraban la matrícula. “Todo el que le puso la mano a ese avión fue investigado”. Recordó que Don Eduardo le confesó que le llegaron a pedir un millón de dólares de rescate y entregárselo en la ciudad colombiana de Cúcuta, pero dijo que no haría ninguna gestión para conseguirlo. Se enteraron de que la nave fue a parar a Guatemala, a un aeropuerto de la ciudad de Santo Domingo, donde lo quemaron.
“Se demandó Hangar One y esta a su vez demandó la ciudad y al aeropuerto, había una demanda y una contra demanda, para tranquilizar los ánimos de una persona que ha sido un buen comprador, nos cedieron un avión hasta tanto nos entregaran uno nuevo que estaba en construcción, un 350”, dijo.
El piloto dominicano Eugenio Marchena (Pulún) trabajaba para los León Jimenes, dueños de la aeronave, y fue testigo de ese acontecimiento que narra para El Caribe. Lo compara con lo que pasó con el avión robado del Aeropuerto La Isabela.
Cuenta que el avión robado de un hangar del aeropuerto de Opa-Locka en Miami, era un B-300 King Air Super, matrícula dominicana HI578 e iba pilotado por el entonces capitán José Batista y un oficial de la Fuerza Aérea, aún activo, Emmanuel Souffront Tamayo.
La nave había costado cinco millones de dólares. Marchena hacía un vuelo simultáneo y al mismo destino, pero en otra nave pequeña y con él iba Jean Piero, jefe de mantenimiento y además piloto. “Recuerdo que había un tiempo horroroso”.
Al llegar a la terminal, dejaron el avión en el hangar número uno, donde le daban mantenimiento, se fueron de compras y luego al hotel y al día siguiente, cuando fueron a recoger la aeronave para el regreso, no estaba. “Lo primero que nos dijeron era que estaba en taller de pintura, fuimos y no estaba, recorrimos todo el aeropuerto y no lo encontramos, ese avión no tenía 120 horas de vuelo. En manos de nosotros ese avión no tenía tres meses”.
Confirmado el robo, llamaron a Don Eduardo León, que para la época era embajador dominicano en Washington, y al general de brigada Luis Damián Castro Cruz, entonces director de Aeronáutica Civil. Dieron la voz de alerta y ese mismo día a las 10 de mañana “ya nosotros estábamos enterados de dónde estaba el avión”. Se dijo que aterrizó con cinco personas en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, “duró lo que pestaña un gato en ese aeropuerto, lo trasladaron para un aeropuerto distante a unas 20 millas”. El FBI interrogó a los pilotos, que eran inocentes. Los abogados y el seguro investigaron.
Las informaciones fluyeron y en minutos vieron hasta fotografía de cómo le borraban la matrícula. “Todo el que le puso la mano a ese avión fue investigado”. Recordó que Don Eduardo le confesó que le llegaron a pedir un millón de dólares de rescate y entregárselo en la ciudad colombiana de Cúcuta, pero dijo que no haría ninguna gestión para conseguirlo. Se enteraron de que la nave fue a parar a Guatemala, a un aeropuerto de la ciudad de Santo Domingo, donde lo quemaron.
“Se demandó Hangar One y esta a su vez demandó la ciudad y al aeropuerto, había una demanda y una contra demanda, para tranquilizar los ánimos de una persona que ha sido un buen comprador, nos cedieron un avión hasta tanto nos entregaran uno nuevo que estaba en construcción, un 350”, dijo.
Defiende a sus colegas
Al comparar su vivencia con lo ocurrido en el aeropuerto Joaquín Balaguer, concluye en que no hay seguridad y dijo que le apena la forma en que se han manejado las informaciones, por lo que se debe investigar “qué está pasando, cómo sucedió, dónde estaba la seguridad”. “A quién le vamos a echar la responsabilidad, al CESA o Aerodom, alguien tiene que pagar eso”. “Tengo cuarenta y pico de años en la aviación, he sido piloto de línea aérea, he sido piloto ejecutivo, he sido piloto chequeador de Aeronáutica Civil, del IDAC”, expresó. “Los pilotos dominicanos son buenos el 95 por ciento, los que se han metido en problema no han sido preparados aquí”, precisó.
Aclaró que el avión robado el pasado domingo en ese aeropuerto es un B-200 King Air. El caso del aeropuerto La Isabela creó un gran revuelo y llevó al propio presidente Leonel Fernández a ordenar una investigación a los organismos de seguridad.
Aclaró que el avión robado el pasado domingo en ese aeropuerto es un B-200 King Air. El caso del aeropuerto La Isabela creó un gran revuelo y llevó al propio presidente Leonel Fernández a ordenar una investigación a los organismos de seguridad.
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