San José de Ocoa. Esta provincia se ha convertido en la meca de los invernaderos en el país, a tal punto que aporta cerca del 40% de los vegetales cultivados en República Dominicana y una tercera parte de la producción nacional en ambiente controlado.
De aquí salen más de 50 camiones diariamente llenos de vegetales, de comunidades como Rancho Arriba, La Horma y El Pinar. De manera global, en la provincia hay unos 800 mil metros cuadrados de estructura, 300 mil de ellos en el valle. Se cultivan, principalmente, ají morrón y tomates variados. Esa cantidad de metros cuadrados representa una inversión de unos US$20 millones, o sea, unos 750 millones de pesos dominicanos.
El productor de Rancho Arriba, Manuel Peralta, entrevistado en su finca, dijo a El Caribe que entre el 60 y el 70% de la producción bajo techo se destina para exportación, principalmente a Estados Unidos y se exploran nuevos nichos de mercado, entre ellos las pequeñas islas. Peralta tiene 37 mil metros cuadrados de estructura para producir bajo ambiente controlado. No exporta de manera directa, pero sí lo hace hacia Estados Unidos la empresa que le compra su producción.
“Cada día en Rancho Arriba empleamos mejores prácticas agrícolas para poder entrar a los nuevos nichos, que son más exigentes con la calidad e inocuidad. La mayoría de los productores de invernadero de la zona estamos preparados para la certificación”, aseguró Peralta.
Tanto este experimentado productor, como otros consultados coinciden en afirmar que en el renglón de tomate esta provincia proporciona el 80% de la oferta nacional. Ahí están contados los tomates cultivados bajo techo y los de cielo abierto.
El gerente de la empresa Font Gamundi, Francisco Montilla, sostiene que “debido al aporte que hace la comunidad ocoeña en materia agrícola, debiera ser mejor apreciada por las autoridades estatales y sin embargo, no lo es”. Por cada 5,000 metros cuadrados de invernadero, existen entre seis y siete empleados directos.
El propietario de Invernaderos del Valle, Severo Ballestero, sostiene que la mayor inversión existente en Rancho Arriba es privada. Aunque no fue entrevistado en el mismo lugar que el gerente de Font Gamundi, coincide con éste en cuanto al débil interés que ponen en San José de Ocoa ministerios como el de Obras Públicas y el de Agricultura.
“Si usted quiere comprobar si lo que digo es cierto o no, sólo fíjese en la carretera que debemos emplear para sacar las cosechas”, expresó Ballestero.
Aprovechó también la visita de los periodistas a su finca para mostrar aparatos de última generación usados para suministrar los nutrientes y el agua por goteo a cada una de las plantas que tiene en sus estructuras techadas. “Si te fijas, estamos más avanzados que muchos otros lugares que implementan este método para cultivar vegetales. Ahí está precisamente la clave para que nos hayamos ido, incluso, por encima de Constanza”, sostuvo Ballestero, sin perder un solo instante para mostrar cada uno de los avances logrados en su propiedad.
El productor de Rancho Arriba, Manuel Peralta, entrevistado en su finca, dijo a El Caribe que entre el 60 y el 70% de la producción bajo techo se destina para exportación, principalmente a Estados Unidos y se exploran nuevos nichos de mercado, entre ellos las pequeñas islas. Peralta tiene 37 mil metros cuadrados de estructura para producir bajo ambiente controlado. No exporta de manera directa, pero sí lo hace hacia Estados Unidos la empresa que le compra su producción.
“Cada día en Rancho Arriba empleamos mejores prácticas agrícolas para poder entrar a los nuevos nichos, que son más exigentes con la calidad e inocuidad. La mayoría de los productores de invernadero de la zona estamos preparados para la certificación”, aseguró Peralta.
Tanto este experimentado productor, como otros consultados coinciden en afirmar que en el renglón de tomate esta provincia proporciona el 80% de la oferta nacional. Ahí están contados los tomates cultivados bajo techo y los de cielo abierto.
El gerente de la empresa Font Gamundi, Francisco Montilla, sostiene que “debido al aporte que hace la comunidad ocoeña en materia agrícola, debiera ser mejor apreciada por las autoridades estatales y sin embargo, no lo es”. Por cada 5,000 metros cuadrados de invernadero, existen entre seis y siete empleados directos.
El propietario de Invernaderos del Valle, Severo Ballestero, sostiene que la mayor inversión existente en Rancho Arriba es privada. Aunque no fue entrevistado en el mismo lugar que el gerente de Font Gamundi, coincide con éste en cuanto al débil interés que ponen en San José de Ocoa ministerios como el de Obras Públicas y el de Agricultura.
“Si usted quiere comprobar si lo que digo es cierto o no, sólo fíjese en la carretera que debemos emplear para sacar las cosechas”, expresó Ballestero.
Aprovechó también la visita de los periodistas a su finca para mostrar aparatos de última generación usados para suministrar los nutrientes y el agua por goteo a cada una de las plantas que tiene en sus estructuras techadas. “Si te fijas, estamos más avanzados que muchos otros lugares que implementan este método para cultivar vegetales. Ahí está precisamente la clave para que nos hayamos ido, incluso, por encima de Constanza”, sostuvo Ballestero, sin perder un solo instante para mostrar cada uno de los avances logrados en su propiedad.
Rendimiento por unidades
En Rancho Arriba los propietarios de las estructuras bajo ambiente controlado usan cada vez mayor tecnología, con mejores resultados por cosecha, y frutos más sanos.
Entre la producción bajo techo y la de cielo abierto hay una notable diferencia. Como su nombre lo indica, en la producción controlada hay una serie de situaciones que se manejan, lo cual no ocurre cuando los frutos se exponen libremente.
“Nosotros nos cuidamos de usar productos nocivos a la salud en los invernaderos. En cambio, usamos productos estrictamente autorizados, cuestión que no afecten la salud de los consumidores”, sostuvo Manuel Peralta. Muchos invernaderos cuentan ya con un buen seguro internacional.
Entre la producción bajo techo y la de cielo abierto hay una notable diferencia. Como su nombre lo indica, en la producción controlada hay una serie de situaciones que se manejan, lo cual no ocurre cuando los frutos se exponen libremente.
“Nosotros nos cuidamos de usar productos nocivos a la salud en los invernaderos. En cambio, usamos productos estrictamente autorizados, cuestión que no afecten la salud de los consumidores”, sostuvo Manuel Peralta. Muchos invernaderos cuentan ya con un buen seguro internacional.
Puntos clave en el corte
Una planta después de trasplantada en invernadero tarda 75 días para que sus productos sean cosechados (si el productor espera que adquiera el color para venderlo) y si desea cortarlo verde, puede hacerlo a los 65 días. Por ejemplo, el ají pimiento puede cortarse y venderse verde o luego que adquiera su tonalidad amarilla.
Generalmente un ají pimiento se cotiza a razón de 35 pesos para el consumidor en los supermercados. En el caso del tomate, una plantación que no tenga problemas, permite obtener 60 cortes en seis meses de cosecha. Los cortes se realizan cada tres días. Si es de ají pimiento, los cortes son cada 35 o 40 días.
Generalmente un ají pimiento se cotiza a razón de 35 pesos para el consumidor en los supermercados. En el caso del tomate, una plantación que no tenga problemas, permite obtener 60 cortes en seis meses de cosecha. Los cortes se realizan cada tres días. Si es de ají pimiento, los cortes son cada 35 o 40 días.
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