lunes, 4 de octubre de 2010

Marina Silva y el PV, la sorpresa en las elecciones del Brasil

Sao Paulo.- La candidata del Partido Verde (PV) a la Presidencia de Brasil, Marina Silva, aseguró que se siente "victoriosa" por el tercer puesto obtenido en las elecciones de hoy y dijo que su proyecto representa una "nueva política" que cuenta con el apoyo de "20 millones de brasileños".

"No fuimos a la segunda vuelta, pero estamos en primer lugar en el turno de una nueva política", dijo Silva, en una comparecencia pública celebrada en Sao Paulo.

La candidata verde, que hoy obtuvo 19,5 millones de votos, que equivalen al 19,4 por ciento del total, calificó el resultado, notablemente superior al pronóstico de los sondeos de 13 por ciento, como un ejemplo de "perder ganando".

Visiblemente satisfecha y aquejada de una fuerte afonía, Silva aseguró que "los hasta ahora 20 millones de personas" que han votado por su candidatura han apoyado "una nueva forma de hacer política" y aseguró que "Brasil y los brasileños, principalmente los jóvenes merecen soñar".

La candidata ecologista aseguró que su formación ha presentado "una plataforma de Gobierno" que simboliza "el encuentro entre economía y ecología" y se felicitó de que la "sociedad brasileña" lo haya comprendido.

"Esta plataforma tiene una audiencia de 20 millones de brasileños", dijo Silva para añadir: "Estamos felices, victoriosos, aunque no vayamos a la segunda vuelta".

La candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, con el 46,7 por ciento de los votos, y el opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien cosechó el 32,6 por ciento, fueron los candidatos más votados en las elecciones y se disputarán la Presidencia de Brasil en segunda vuelta el 31 de octubre.


¿Quién es Marina Silva?

A pesar de su apariencia frágil tiene una voluntad férrea y un discurso contundente, que combina la defensa del planeta con el desarrollo económico.

Nacida hace 52 años en Breu Velho, una aldea amazónica del estado de Acre, de formación historiadora, senadora y madre de cuatro hijos, Silva pertenece a una familia humilde y fue analfabeta hasta los 16 años.

En sus discursos, la aspirante a la Jefatura del Estado relató el "milagro que la educación" hizo en su vida y su manifiesto político aboga por la igualdad de oportunidades y la ejecución de programas que permitan un desarrollo económico inclusivo.

La candidata del Partido Verde (PV) fue ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva entre enero de 2003 y mayo de 2008, cuando renunció al cargo por sus divergencias con el Ejecutivo sobre el modelo de desarrollo de la Amazonía.

Ese gesto le valió el reconocimiento como obstinada defensora del mayor pulmón vegetal del planeta.

Un año después de su renuncia como titular de Medio Ambiente, Silva abandonó el Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Lula, en el que había militado desde comienzos de los años 80, y se afilió al de los verdes.

Silva argumentó su salida del PT por su desacuerdo con "una concepción del desarrollo centrada en el crecimiento material a cualquier coste con ganancias exacerbadas para pocos y resultados perversos para la mayoría", según la biografía colgada en la web oficial del PV.

Sus divergencias en el Gobierno fueron principalmente con la entonces ministra de la Presidencia Dilma Rousseff.

Silva inició su andadura política contagiada del espíritu del activista Chico Mendes, una de las primeras voces que denunció la destrucción de la Amazonía brasileña y que fue asesinado en 1988 en una emboscada orquestada por latifundistas a los que acusaba de devastar la selva.

La senadora ha contraído varias enfermedades tropicales y sufre los excesos de la degradación de los recursos naturales en su propia salud, ya que padece dolencias crónicas causadas por el vertido de metales pesados en ríos por la minería ilegal.

Inspirada por la Teología de la Liberación, Marina Silva, ahora de fe evangélica, vivió un tiempo en un convento y se planteó ser monja.

En todas sus comparecencias, aparece con el pelo recogido en un austero moño carente de coquetería, una rígida disciplina común en las mujeres de su credo, que contrasta con la extraordinaria elegancia de los trajes que viste y el gusto con el que escoge los collares elaborados por tribus amazónicas que suele lucir.

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