MAO.-Agentes de la Policía Nacional hirieron de un balazo en un glúteo a un empleado privado, porque se negó a detenerse en una calle oscura de esta ciudad.
Héctor Manuel Espinal, de 55 años de edad, denunció que iba en una motocicleta para su casa, ubicada en la calle Baltazar Rodríguez del sector Enriquillo, cuando de repente le rebasaron dos pasoleros que, al parecer, huían a una persecución que le hacían dos agentes policiales en una motocicleta.
Sostuvo que los dos policías desistieron de seguir a los pasoleros y se enfocaron en él sin ninguna explicación, por lo que, ante la orden de que se parara en una calle oscura, voceó que llegaría hasta un lugar donde hubiera luz para detenerse.
Según narra Espinal, los agentes le seguían e insistían en que detuviera la marcha de su motocicleta y le amenazaban con disparar, pero él continuó hasta aproximarse a la Fortaleza General Benito Monción, donde “casi en la misma puerta de entrada” le realizaron un disparo que le alcanzó en el glúteo derecho.
Expresó que el impacto del disparo le hizo perder el control de la moto y cayó al pavimento, lo que también le ocasionó lesiones en un brazo y en una pierna, y encima de todo eso, los agentes, a quienes identificó como Jorge Mercado y Wilkins Vargas, se le acercaron y lo abofetearon en la cara.
Relató que después de estar en el suelo logró acercarse a un grupo de personas que estaban frente a la Fortaleza, para sacarse todo lo que tenía en sus bolsillos, por temor a que los policías “como están acostumbrados”, fueran a ponerle algo extraño y después fabricarle un expediente.
Dijo que los uniformados Jorge y Wilkins llamaron a otros patrulleros, quienes lo condujeron preso al cuartel de la Dirección Regional Noroeste de la Policía, donde lo desnudaron, lo esposaron y luego lo llevaron al Hospital Luís L. Bogaert, donde lo acostaron boca arriba con los brazos abiertos y las dos manos esposadas en ambos extremos de la cama.
Según narra Héctor Manuel Espinal, quien se queja de que todo ese sufrimiento no tenía ninguna explicación, luego de ser curado, al día siguiente, cuando le fueron a quitar las esposas, no podían abrir una porque estaba oxidada.
Después de todo, en el hospital le dijeron que estaba dado de alta y que se podía ir para su casa, sin que nadie le dijera el por qué de los disparos, de las esposas, de la prisión de la noche anterior, ni nada.
El empleado expresó que se fue a la fiscalía, donde denunció el caso que le había ocurrido, por lo que el Ministerio Público requirió a los dos agentes, con quienes “para no tenerlos de enemigos”, firmó un acuerdo de conciliación.
Sostuvo que en principio no estaba de acuerdo en conciliar, pero se dejó llevar de los consejos de amigos y familiares, quienes le hicieron comprender que “esos agentes son peligrosos y no es buena idea tenerlos de enemigos”.
Manifestó que los dos uniformados se comprometieron a darle 10 mil pesos para ayuda en los medicamentos que usará para su lesión que, según el diagnóstico médico, es curable en 30 días.
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